Los autos furiosos

Alberto Bortoni

Agencia Reforma

La franquicia de Fast and Furious es una de las más exitosas para los entusiastas automotrices. Quizá nada de lo que pasa con los autos sea posible y se violen muchas leyes de la física en muy poco tiempo, pero ver los autos aunque sea estáticos o en acciones imposibles es igualmente gratificante.

Para Furious 7, la más reciente edición de la serie, hay muchos vehículos que llaman la atención. Uno de los más interesantes es el Lykan HyperSport. Este no es un vehículo común; es un verdadero superdeportivo desarrollado por W Motors.

El diseño es verdaderamente agresivo. Las líneas exteriores son anguladas pero musculosas tanto en la parte delantera como en el eje trasero. Es un auto con motor central, un pequeño motor de seis cilindros boxer y de sólo 3.7 litros de desplazamiento.

Pero no es cualquier motor, es uno turbocargado, que genera 770 caballos de fuerza; es decir ¡más de 200 caballos por litro de desplazamiento! Llegar de 0 a 100 km/h le toma sólo 2.8 segundos. Su precio, cerca de 3.4 millones de dólares.

En la saga no podría faltar un Bugatti Veyron, que con sus más de 1,000 caballos de fuerza es quizá el más potente de la película.

Y, siendo una película de autos rápidos tendría que estar al menos un Ferrari; en este caso un 458 Italia en un brillante color amarillo.

Y dentro de la gama de deportivos de alto lujo está un Aston Martin DB9, un modelo que la marca presentó en el 2004 y que todavía hoy sigue atrayendo miradas con su elegante diseño de Henrik Fisker e Ian Callum.

Pero los superdeportivos son sólo parte de la emoción. En las películas de Fast and Furious la luca ha sido constante entre los deportivos japoneses y los deportivos americanos de los sesentas; rice rockets contra muscle cars.

En esta edición se puede ver un Camaro Z28, un Plymouth Barracuda y no podría faltar el famoso Charger negro de Dominic Toretto, un Charger R/T de 1970 con un enorme supercargador sobresaliendo del cofre y neumáticos de refacción en la parte trasera.

Según se sabe, se utilizaron 9 Charger para las diferentes escenas; muchos de ellos con un final poco afortunado.

Brian O’Conner, personificado por el recientemente fallecido Paul Walker es quien conduce los vehículos japoneses, incluyendo un Skyline GT-R.

Además de este, en la gama de coches japoneses está un Subaru Impreza WRX STi que sobrevive a una buena cantidad de impactos de bala.

Para ver las películas de Fast and Furious es necesario cumplir con dos cosas: la primera es ser entusiasta de los autos y olvidar algunas leyes naturales por un rato.

Si se le puede dar una licencia a los programadores de videojuegos de autos para que se olviden de la física, ¿porqué no en una película? Cumpliendo con esto, en cualquier película de la saga se pueden disfrutar autos siendo conducidos como soñaríamos en hacerlo.