Se baja Leo del barco

Staff Agencia Reforma

EAST RUTHERFORD, New Jersey.- La historia de Lionel Messi y la Selección Argentina llegó a su fin. Messi anunció que dejará la Albiceleste luego de caer por segunda Final de Copa América consecutiva ante Chile y otra vez en penales, uno de ellos, que él mismo mandó por arriba del travesaño. “Lo he pensado en el vestuario, ya está, se terminó para mí la Selección, como dije recién, son 4 Finales, no es para mí, era lo que más deseaba, no se me dio, pero creo que ya está. “Es increíble, pero no se da. Nos pasó otra vez y por penales. Es la tercera Final seguida, es así. Lo buscamos, lo intentamos, ya está”, dijo la “Pulga”. Vuelve Messi a fallar con su Selección y ya son cuatro finales perdidas de Lionel Messi con Argentina. Como una persecución fantasmal, el jugador del Barcelona puede ser coleccionista de títulos en su club, pero no con su representativo nacional, lo cual lo mantiene, para la crítica, lejos de la consolidación y el alcance de las grandes figuras de todos los tiempos.

El “10” argentino sigue sin responder a la historia de esa camiseta y de ese número que lleva en la espalda. Messi apuró el paso para saludar a todos los directivos en el estrado. y sin verlos a los ojos recogió la medalla de subcampeón, se la quitó tan pronto como bajó.

A Messi no le valen los segundos lugares, ya tiene cuatro con Argentina y se ha acostumbrado a coleccionar títulos con el Barcelona. Por eso la angustia que reflejaba su mirada tras fallar el primer penal argentino de la tanda y desperdiciar que antes Arturo Vidal había errado también el suyo. Cada cobro posterior era una tortura para el ganador de 5 Balones de Oro. Leo no celebró los aciertos de Javier Mascherano y Sergio Agüero, sólo mostró ligeras muecas de alivio mientras se mecía el cabello y respiraba. Luego falló Biglia y el “10” acabó en el piso. El tanto de Francisco “Gato” Silva que condenó a Argentina pareció como un balazo al corazón de Messi. Al capitán se le vio destruido. Con la mano en la cabeza y la mirada perdida caminó hacia la banca. Ahí se sentó, con el ceño fruncido. Solo, a esperar otra premiación y dar la cara en la derrota. Ya se hizo una mala costumbre cuando se pone la albiceleste.