¿A quién hay que llamar en caso de un desastre?

Sophia Vackimes – Coordinadora de Servicios de Emergencia en Español de la Ciudad de Renton

Son las dos de la mañana y acaba de ocurrir un terremoto. Usted despierta súbitamente y busca a sus hijos, su pareja, llama a sus amigos. Luego de asegurarse de que todos están bien, ¿Qué es lo primero que se le ocurre hacer? Seguramente lo mismo que a mí: tomar el teléfono y llamar al 911. ¿Dónde es su emergencia? le preguntan. Usted responde: en todos lados, acaba de suceder un terremoto… .

Uno ha hecho lo que piensa es lo mejor. Ahora a prender la televisión para ver qué más ha sucedido a nuestro alrededor. Pero, si nos ponemos a considerar que todo mundo ha llamado al 911 para avisar sobre un terremoto, rápidamente podemos imaginarnos a la central telefónica recibiendo miles de mensajes y llamadas a las que solamente podrán contestar “sí, ya lo sabemos.”

En casos como inundaciones, terremotos, deslaves, tsunamis no es lo indicado llamar a los servicios de emergencia, porque ya saben lo que ocurre. Esos eventos y sus efectos son monitoreados por expertos quienes están encargados de asegurarse de que la población esté segura en su mayoría y de que los servicios públicos no sean interrumpidos. Muchas veces, para cuando nosotros nos damos cuenta de un evento, los equipos de emergencia ya han sido puestos en alerta y están trabajando puesto que han estado considerando estos eventos dentro de sus preparativos de rutina. ¿Entonces para qué sirven los números de emergencia? podría uno preguntarse. Son para dar aviso sobre casos concretos: un automóvil que con sus pasajeros se halla sumergido en el agua, una casa que se ha incendiado durante una tormenta, un edificio del cual despide olor a gas.

En la mayoría de los casos, durante un desastre es uno mismo quien tiene que poner mano a la obra para ayudarse. Luego de asegurarse uno mismo de estar a salvo, y de que su familia, amigos y empleados lo estén. También que cerciorarnos de que nuestros vecinos estén bien. Hay que tener un plan de comunicación con ellos para poder saber que se hallan a salvo. No debemos llamar al 911, o al 311 de manera indiscriminada, tampoco debemos llamar a todos los números en nuestro teléfono uno por uno para platicarles a nuestros amigos que hubo un temblor. Si viven cerca de nosotros también lo saben, si viven fuera del área quizá ya lo vieron por televisión. Lo mejor que hay que hacer en estos casos es designar un contacto común fuera del área donde vivimos quien será el responsable de transmitirle al resto de la familia que estamos bien, y hacer esta comunicación por texto. El texto es mucho más efectivo que una llamada de veinte minutos que provocaría—con la de todos los demás platicadores—que el sistema telefónico se inunde de llamadas contribuyendo a que se sature y deje de funcionar. Si deja de funcionar, nadie podrá contactar a sus familias y esto contribuirá a una situación más caótica de lo que ya es.