Divorcio en la vejez

Divorcio en la vejez

Por Georgina Montalvo

Agencia Reforma

“Si ya me aguanté hasta ahorita, ¿ya para qué?” es un argumento que anteponen hombres y mujeres de la tercera edad cuando piensan vagamente en divorciarse. La realidad es que a los 60 años de edad existe la posibilidad de vivir entre 15 y 30 años más, y no hay “¿ya para qué?” que valga.

“Son muchos años más los que se viven y no estamos preparados ni física ni emocionalmente para estar en pareja, sobre todo si no nos hemos preparado para esa etapa; se cuestionan: ‘no estoy seguro o segura si quiero pasar el resto de mi vida con la rutina que vivo ahora’”, asegura Lucía Aranda, titular del Diplomado de Envejecimiento Exitoso en la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

Aunque aún no se ha investigado ampliamente en México, el divorcio entre los adultos mayores va en aumento, por lo menos, así lo perciben algunos psicoterapeutas mexicanos en sus consultorios. Según el INEGI, la población de divorciados mayores de 50 años es14 por ciento de los hombres y 9 por ciento de las mujeres.

Los motivos

Además de que la expectativa de vida (en hombres, de 73 años, y en mujeres, de 77 años), influye el peso que se le resta al “qué dirán” y la emoción por tener tiempo de hacer las cosas que antes no pudieron porque estaban dedicados al trabajo o al cuidado de los hijos, estos son factores que animan a los adultos mayores a tomar la decisión de separarse.

Pero el fenómeno sí lo viven diferente hombres y mujeres. De hecho, ellas son quienes más se atreven a separarse. “Era común que se quedaban con el esposo por el ‘qué dirán’ y la parte económica; pero muchas mujeres han hecho conciencia de que no tienen por qué ‘cargar la cruz’ ni tolerar violencia física ni emocional”, comenta Aranda.

Para otras, la ventaja que les representaba ser la esposa ha dejado de ser suficiente para tolerar la infidelidad de su pareja; y ya no tienen en casa hijos por quienes sacrificarse.

De hecho, a veces ellos deciden separarse porque tienen otra familia desde años atrás, o también porque encuentran mujeres más jóvenes en las que depositan su razón de vivir.

“En mi experiencia, quienes deciden separarse lo hacen también porque ya estaban separados emocionalmente, aunque tuvieran una convivencia cordial”, dice Esther Fritman, especialista en tercera edad del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia (ILEF).

¿Sí o no?

Decidirse nunca es fácil, pero es necesario que quien toma la decisión tenga claro si se trata de un impulso o sí hay una necesidad de cambio porque ha habido daño.

Acercarse a un psicoterapeuta, de preferencia experto en problemas de este grupo de población, ayuda a obtener esa claridad, coinciden las especialistas.

Aranda sugiere a las parejas de adultos mayores hacer un balance de su relación y hablar de las expectativas de cada uno.

“Hay que ver qué tanto se puede hacer un proyecto en común, si se puede reinventar la pareja y aceptar su nueva identidad, si quieren seguir viviendo juntos, porque tanto las cualidades como los defectos se potencializan con la edad; y si uno de ellos no se siente bien, es conveniente valorar la separación”, dice.

Las consecuencias

Divorcio en la vejez

Qué se hace después de la separación es determinante para que la decisión resulte éxito o fracaso. Lo observado es que a las mujeres les cuesta menos trabajo adaptarse a su nueva posición que a los hombres.

Ellas toman una fuerza emocional que nunca habían tenido y la mayoría de los hombres buscan una nueva relación casi de manera inmediata, indica Fritman.

“Si van a separarse hay que tener bien puesta la autoestima; si no, será más difícil, deben saber cómo disfrutar la soledad y aprender de ella”, señala Aranda.

Estar abierto a establecer una nueva relación también incide en el bienestar de los adultos mayores.

Un estudio realizado en Finlandia con mil 400 personas concluyó que quienes habían enviudado o se habían divorciado en la edad madura y habían permanecido solos durante el periodo de seguimiento (21 años), tenían un riesgo tres veces mayor de mostrar deterioro cognitivo que los que estaban casados o convivían con alguien.

Y otro, en Australia, demostró que el malestar provocado por el divorcio dura más tiempo si la persona no tiene una nueva pareja. Las mujeres divorciadas que permanecen sin pareja ven deteriorado su estado físico en general, su vitalidad y su salud mental, a diferencia de los hombres en su misma condición.

“Llegar a adulto mayor es como un regalo que la vida te da y que hay que vivirlo de la mejor manera posible y cada quien decide cuál es la manera posible”, señala Fritman.

Vea, lea y participe. Algunas recomendaciones son:

-Película: “Nunca es tarde para amar”, Andrea Dressen (2008).

-Película: “Elsa y Fred”, Marcos Carnevale (2005).

-Libro: “Ser Viuda: De la Pérdida a la Reconstrucción”, de Esther Moncarz (Paidós).