¡El Chocolate y La Seguridad Personal!

Sophia Vackimes, Oficina de Gestión de Emergencias, Ciudad de Bellevue

La semana antepasada muchos de nosotros estuvimos sin poder salir de casa debido a la nevada que nos agarró a todos de sorpresa. En la oficina donde trabajo comenzaba a nevar y comenzamos a irnos a casa uno a uno mientras que terminábamos de ponernos de acuerdo quién estaría al tanto de los cambios de temperatura y la caída de nieve que se venía encima. En una oficina de gestión de emergencias siempre estamos trabajando. Aún cuando la mayoría de la población duerme, uno de nosotros está al tanto del teléfono, de las noticias y sobre todo del estado del tiempo. El día anterior a la gran nevada en el Condado de King, yo, y muchos de mis colegas nos apresuramos a ir a casa para no quedarnos sin transporte. Si se atascara de nieve la carretera, nos quedaríamos quien sabe cuándo, y quien sabe dónde, para tomar otro camión.

Yo fui llegando a Renton hacia las seis de la tarde. Iba cansada, y tenía hambre y decidí pasar al supermercado a comprar algunas cosas que hacían falta en mi casa. No necesitaba más que café, crema, y algo de fruta. Bueno, al menos eso es lo que pensaba yo al llegar a la tienda, porque como es costumbre mía, pienso en algo y luego le agrego al carrito cuando le voy dando vuelta y vuelta a los estantes a lo largo del enorme espacio. Al entrar, habían pocos carritos, y eso se me hizo raro ya que era martes en la tarde, y por lo general no hay tanta gente ese día y a esa hora. Pero en efecto, había mucha gente en el mercado. Los carritos chocaban por aquí y por allá. Había tanta gente que parecía vísperas de Navidad. Ya iba yo satisfecha hacia las cajas, cuando de pronto pensé en ir por pan. El pan queda por el café, algo que casi había olvidado escoger, y me dirigí en esa dirección chocando por aquí y por allá con personas que de manera algo agitada echaban más y más comida en su carrito. Cuando por fin llegué al pan me quedé pasmada. No había nada en los estantes. Nada de nada.

Pues, como no había pan me fui a mi casa y guardé lo demás en su lugar. Abrí el refrigerador y había pan congelado. Lo saqué, cené, vi televisión, mientras nevaba fuera. Y nevó y nevó hasta que nadie pudo salir de su casa por unos tres días. Todos vivimos la situación de caminos y carreteras congeladas, caminos impasables, patrones enojados porque no llegaron los empleados, escuelas cerradas, camiones cambiando sus rutas y pasando de lado nuestras paradas, la situación fue un inconveniente terrible para todos. Sin embargo, siempre tuve pan, aunque descongelado. Tuve suerte en eso. Pero, me pregunto ¿qué hicieron las familias que no tenían pan o las que no tenían otras cosas que comer?

No debe uno de llegar a esa situación. Es importante tener alimentos en casa para poder solventar una situación de emergencia que pueda durar hasta dos semanas, sobre todo si uno tiene una familia. Es claro que es problemático tener comida para este período de tiempo, pero también es cierto que es peor quedarse uno sin qué comer. La despensa se puede ir armando poco a poco, así el gasto no es notable. Debe de tener alimentos que su familia coma regularmente, pero sobre todo que pueda ser almacenada a largo plazo. También es importante no olvidar el abrelatas. No olvide guardar también comida que sea del agrado de todos. En una emergencia no hay como algo sabroso para pasar el tiempo de mejor manera: por eso recomiendo chocolates. Recuerde, que además de comida usted debe tener cuatro litros de agua por persona por dos semanas. Parece muchísima agua pero es necesaria para mantenernos vivos. Ya hablaremos de maneras para almacenarla.