Todos somos uno

Por Sandra Maqueda

Esta semana nos enteramos gracias y principalmente a las redes sociales y otros medios de comunicación, sobre una situación que a mi pareces es deplorable, injusta y abusiva. Me refiero al grupo de trabajadores, alrededor de 70 campesinos, que fueron despedidos y prácticamente abandonados a su suerte y quienes por cierto fueron traídos desde los estados mexicanos de Guanajuato, Nayarit y Michoacán bajo el Programa de Visas H-2A para realizar labores agrícolas de temporada. Y es que después de la muerte de uno de sus compañeros, Honesto Silva Ibarra, de 30 años, quien fue obligado a trabajar aun cuando se encontraba visiblemente enfermo en medio de una ola de calor, la falta de atención médica y después de quejarse por más de 4 días y al no recibir apoyo a tiempo por parte de sus empleadores, tristemente asistió por su cuenta al hospital demasiado tarde y perdió la vida. Silva, dejo a una esposa y tres hijos esperando por él en México, lastimosamente este reencuentro ya no será posible.

Historias como estas, nos deben hacer reflexionar sobre la condición actual en la que viven muchos trabajadores del campo, personas de carne y hueso, quienes literalmente con el sudor de sus frentes, las manos agrietadas por la humedad y el contacto con la tierra durante largas jornadas laborales, los pies hinchados y la mala alimentación, trabajan de sol a sol para llevar a nuestras mesas los alimentos básicos que diariamente consumimos. Estas personas, padres, hijos, hermanos, esposos, abuelos y amigos, hombres y mujeres guerreros que no se “rajan” ante estas condiciones tan precarias, son una pieza sumamente importante, diría yo una parte indispensable, en el desarrollo de nuestra sociedad y para la industria de la agricultura y la alimentación, que se me hace imposible creer que tengan que vivir prácticamente como esclavos “modernos”.

Si bien es cierto, cada quien elige su forma de vida y de generar ingresos, sin embargo estas personas que en muchas ocasiones no tienen otra opción más que trabajar en el campo, ganan el salario mínimo, además se les descuenta al menos aquí en los campos del Noroeste, una cantidad aproximada de $12 dólares para recibir una sola comida por día, que por si fuera poco es poco nutritiva y mal cocinada. Estas son algunas de las injusticias que se cometen con los trabajadores del campo. ¿A caso no son seres humanos que merecen condiciones laborales dignas, atención médica, salarios justos y sobre todo respeto y admiración? No se usted amigo lector pero para esta su servidora, es un abuso que se les trate así, repito como esclavos en pleno siglo XXI y que además eso sea “normal”.

No importa que sean personas que por su oficio, andan llenos de tierra y sudor, personas humildes muchas veces sin educación académica, pero que igual que todos, buscan llevar que comer a sus hogares y gracias a su trabajo también al de cada uno de nosotros. Debemos sensibilizarnos ante esta situación y alzar nuestra voz, ojala que este caso sea detonante para mejorar las condiciones de los trabajadores del campo, y apropósito hay formas de apoyar a estos jornaleros en Sumas con sus donaciones, visite www.foodjustice.org y hágalo en línea o contacte a Maru Mora al 206-251-6658, unamos fuerzas porque todos somos uno.

Sandra Maqueda conduce “Despertando con el Rey” de lunes a Viernes de 6-10 AM en KKMO 1360 AM. Facebook: Sandra Maqueda o en su Blog: www.sandramaqueda.com