La fiesta no para

Cirze Tinajero

Agencia Reforma

Tijuana es la prueba de que los malos tiempos no duran para siempre.

Sorprende caminar por sus calles, repletas de estadounidenses, quienes aseguran vienen a vivir “la mexican party”. Se siente un ambiente medio bohemio, alternativo; aquí está de moda ser hipster, abundan los jóvenes con rizados bigotes y las tiendas con ropa vintage.

Varias colonias están creciendo. Entre las que más fuerza está tomando es la Francisco I. Madero, muy cerca de la zona centro y mejor conocida entre los tijuanenses como Cacho, aunque nadie sabe a ciencia cierta el porqué del apelativo.

Nunca falta por estos lares un nuevo bar, café. El restaurante que se encuentra en boga: Alma Verde. Los fines de semana hay filas de hasta 80 personas que se pelean por una mesa.

El sitio empezó hace poco más de un año como una simple barra de jugos realizados con la técnica de cold pressure, famosa por sus propiedades desintoxicantes. Ganó tantos adeptos que amplió su carta y se convirtió en un restaurante relajado y pet friendly; entre sus platillos más célebres está la coliflor asada.

De tomar hay que pedir el pistaccino, café con pistaches garapiñados, que se sirve en coquetas tazas de Star Wars, la Mujer Maravilla o con motivos de perritos.

Resulta el lugar perfecto para cargar energía y el punto ideal para empezar un recorrido por la Avenida Revolución, la más importante de la urbe, que cruza gran parte de su centro -de sur a norte-. Sin importar la época del año, por ella pasean turistas provenientes de Los Ángeles y San Diego.

Algunos vienen para comprar medicinas o al dentista, pues resulta mucho más barato que en Estados Unidos; otros tienen una meta muy diferente: brindar con tequila en algún bar.

En esta vía, ya sea extranjeros o mexicanos no se resisten a tomarse una foto con el “burrocebra”. Sí, se trata de un burro pintado como cebra, una tradición con más de 100 años, considerada Patrimonio Cultural de Baja California.

Al curiosear por aquí el viajero se topa con el Pasaje Rodríguez, lleno de impresionantes graffitis. Muchos artistas tienen aquí su estudio o vienen a pasar el rato en alguna de las librerías de viejo, cafés con comida vegetariana, boutiques y hasta estéticas que ofrecen cortes de 20 pesos “con acceso a WiFi incluido”. Para los amantes de las cervezas artesanales, en el pasaje se encuentra Mamut, su Black IPA no decepciona.