Taco placero

Efraín Palomino Morales

Corresponsal de La Raza del Noroeste

El Clausura 2011 concluyó y en la Cantina la Cáscara de Seattle el festejo azul y oro animaba a unos cuantos y fastidiaba a otros tantos.

“¡Goya, goya! ¡Cachún, cachún, ra, ra, cachún, cachún, ra, ra! ¡Goya, universidad!”, gritó Don Pedro, con el pecho hinchado de orgullo y la panza abotargada de espumosas.

“Tranquilo viejo remilgón, está bien que los Pumas lograron su séptima estrella y que de paso le quitaron lo hocicón al Jefe Boy, pero bájele dos rayitas a su guateque y mejor póngase la del Puebla con las otras frías para ver coronarse al “Chicharito” en la Champions League ¿O así como se duerme a la hora de tirar penales conmigo, también se le hace agua la canoa para brindar por un cascarero que sí es hombre?”, dijo la abuela Chucha, guiñándole el ojo a Don Pedro.

Justo cuando el viejo iba a responder, el Chido One a la cantina entró y como el Tri de Alex Lora y no el del “Chepo”, muy rockero se entonó. “¡Oye cantinero, sírveme otra copa por favor! ¡Quiero estar borracho, yo quiero sentirme mucho mejor! ¡Quiero tomar mucho, quiero tomar mucho para el regreso del Cuau festejar! ¡No importa el dinero, aquí traigo al Maestro Reinoso para pagar! ¡Oye cantinero, destápala que el Cuau al nido va a regresar! ¡Él ya tiene derecho, pues con el América se quiere retirar! ¡Yeah, yeah, yeah!”.

El cantinero a la mesa llegó y al inoportuno chilango con la misma canción le respondió. “¡Óigame señor, yo a usted nada le puedo servir! ¡Para americanistas no tengo servicio de bar! ¡Y yo soy cantinero no enfermero para un fósil cuidar! ¡Yeah, yeah, yeah!”.

El Chido One se abalanzó contra el cantinero cual “Chaco” Giménez sin entendederas y antes de aplicarle la de Corona, la abuela Chucha a su nieto de la oreja lo agarró y como Paquita la del Barrio, sin pena ajena lo reprendió. “¡Pero qué estúpido fuiste, resultaste poco hombre! ¡Mira que comportarse como Corona, eso sí no tiene nombre! ¡Yo debería callarme, tal como lo hace el “Ojitos”, pero ahora van a enterarse que cascareros como tú son un fiasco en la cama y la cancha! ¡Yo tan acostumbrada, a cáscaras tan suculentas! ¡Yo me esperaba esta noche, una merienda con el “Chicharito”! ¡Y me resultaron en el ruedo, un orgulloso gatito y una triste gallinita! ¡Esta tarde con ustedes, me supo a taco placero!”.

El chanflazo es para la única verdura mexicana que sin ser jalapeño (para que no anden de encajosos) ¡ah cómo le da picor a la cáscara mundial! Hay tienen que la semana pasada nombraron al “Chicharito” Hernández jugador del año en el Manchester United, distinción que otorga la afición de los diablos rojos con sus votos. Y aunque este chamaco se graduó con honores en su primera temporada en el futbol europeo, el destino le tiene lista la prueba más importante de su carrera: la final de la Champions frente a Messi y compañía. De ganarla sería el segundo mexicano en levantar la “orejona” y sería el chícharo en el pastel.

El calcetinazo es para el draft del futbol mexicano y es que en vez de ayudar a los jugadores a encontrar chamba, los exhibe como a pollos en rosticería. El próximo mes de junio se llevará a cabo el Régimen de Transferencias y de los 400 jugadores que serán registrados, sólo el 25 % encontrará equipo ya sea en la Primera División o en la Liga de Ascenso. ¿Así o más cruel la cosa? Es verdad que pedir trabajo no es motivo de vergüenza, pero tener a los jugadores en la calle esperando a escuchar su nombre no tiene nombre, bueno, ni un padrino en bautizo hace sufrir tanto para echar el bolo.

Y el desempance es para el ídolo del pueblo, el amor eterno de las doñitas que ven las telenovelas, el único capaz de provocarle suspiros a Galilea (y conste que no hablo de Pepe “El Toro”). Así es mi raza, el Cuau se lleva los honores y es que, aunque no pudo ascender al Irapuato, merece un retiro digno de la cáscara nuestra. Se habla de que podría regresar al nido que lo empolló y lo enseñó a volar, se dice que Carlos Reinoso lo llevaría al América para que se retire en el equipo de sus amores y para que llene las tribunas de un desolado Estadio Azteca. Ni hablar, ¡al Cuau lo que es del Cuau!