10 años

Por Genaro Lozano

Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO – Hace 10 años no era aún común ver a una pareja de mujeres besándose en su auto en un semáforo o ver a una pareja de hombres agarrados de la mano caminando en Masaryk o saliendo del Metro Barranca. Esas demostraciones de afecto públicas estaban reservadas para las parejas heterosexuales. Si una pareja del mismo sexo lo hacía podía ser acosada por algún policía por “faltas a la moral” o el gerente de algún restaurante podía pedirle a la pareja que se retirara.

Hace 10 años el gobierno federal tenía la puerta cerrada al reconocimiento de la dignidad de las personas LGBT. Teníamos a Felipe Calderón como Presidente y éste no tuvo el menor decoro en usar su título de abogado de la Libre de Derecho para mentir al afirmar que la Constitución define al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Este mismo Presidente utilizó a la Procuraduría General de la República para combatir el reconocimiento público del amor entre parejas del mismo sexo. Irónicamente, hoy Calderón quiere fundar un partido político llamado “México Libre”, pero no tiene en su historial la defensa de libertades. Todo lo contrario.

Hace 10 años, México no había suscrito los compromisos internacionales que reconocen la radical idea de que los derechos humanos son derechos LGBT y de que los derechos LGBT son derechos humanos. Hoy nuestra diplomacia no sólo suscribe esas obligaciones, sino que las promueve y abandera.

Por todo lo anterior es importante reconocer todo lo que hemos avanzado. Hace 10 años un grupo de aliados heterosexuales, encabezados por el entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, y el entonces legislador, David Razá, arroparon al movimiento LGBT y su lucha de décadas por hacer de México un país más justo y aprobar el matrimonio igualitario en la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF). Esa aprobación se dio en menos de tres meses, sin consultas públicas y con el respaldo de cientos de activistas y organizaciones unidas y pese a las amenazas de excomulgarían de la iglesia católica y de los cardenales Norberto Rivera y Juan Sandoval.

Hoy en la CDMX la visibilidad del amor lésbico ya no sólo es costumbre, sino un derecho. Hoy en la CDMX el reconocimiento de las familias diversas ya no sólo es costumbre, sino un derecho. Hoy en la CDMX el reconocimiento de la identidad de género ya no sólo es costumbre, sino un derecho. Hoy la opinión pública favorece con más del 60% el matrimonio igualitario y no solo en la capital, sino en todo el país, según encuestadoras como Mitofsky. La batalla cultural se ganó hace años.

Nada de lo anterior habría sido posible sin la aprobación del matrimonio igualitario. Desde la capital mexicana se lanzó un precedente para el resto del país y para el resto del continente. Tuvimos matrimonio igualitario años antes que Nueva York, Los Ángeles, Río de Janeiro, París o Londres. Así de relevante terminó siendo el tema que los jóvenes viejos y conservadores panistas Mariana Gómez del Campo, Fernando Rodríguez Doval o Carlo Pizano decían que no importaba o que había temas más importantes. Los nombres de esos legisladores quedaron inscritos en el muro de la discriminación para siempre.

Diez años después, según datos del Registro Civil de la CDMX, más de 16 mil parejas del mismo sexo han accedido a este derecho y la tasa de divorcios ha sido de menos del 10%. El debate legislativo de la Ley Razá, los debates públicos alrededor de ésta y esas miles de uniones han ayudado a hacer un enorme hueco en el techo de la homofobia para el resto del país.

Hoy 19 entidades tienen matrimonio igualitario, la Suprema Corte de Justicia se ha pronunciado y ya la pregunta es cuándo será nacional. Hoy tenemos un gobierno de México que defiende las libertades de todos y todas sus ciudadanas. Hoy tenemos al gabinete más aliado de la historia en la defensa de los derechos LGBT, así como a un Presidente que ya dejó claro que apoya la dignidad de todas las personas. Los retos hacia el futuro son aún enormes y la violencia sigue afectando a todo el país, pero ha sido una década de enormes avances y toca celebrar.