María Silva
Agencia Reforma
Tener miedo de conversar y ahuyentar a su interlocutor; sentirse todo el tiempo inseguro por su aliento es suficiente motivo para aislarse.
El tabaquismo, el consumo de determinados alimentos, la mala higiene dental, los males bucales, gastrointestinales o hasta pulmonares pueden ser el origen de un mal aliento.
“El cigarro produce resequedad en la boca, aumenta la proliferación de las bacterias y se produce el mal aliento”, explica Mirtala Güitrón Reyes, cirujano dentista con especialidad en periodoncia, implantología y odontogeriatría.
Si además se padece gingivitis o inflamación de las encías y sangrado, la mucosa se endurece y enmascara el problema y, al momento de atender a un paciente fumador, el porcentaje de éxito se disminuye, advierte la especialista.
Por la falta de saliva, cuya función es limpiar la boca, se forman caries en los dientes, lo que eleva el riesgo de sufrir halitosis.
El alcohol también contribuye a la resequedad en la mucosa bucal porque deshidrata, es decir, baja la producción de saliva y aumenta la proliferación de bacterias.
Para mejorar el mal aliento, se sugiere además de una adecuada higiene y cuidado bucal, visitar al dentista por lo menos dos veces al año, vigilar la dieta, preferir una dieta baja en carnes y grasas y rica en frutas y vegetales. Si el dentista determina que su boca está sana y el mal aliento persiste, acuda entonces a su médico.
Ingiera líquidos suficientes para que la boca se mantenga húmeda y bien hidratada.
El perejil fresco o una menta fuerte son con frecuencia formas efectivas de combatir temporalmente el mal aliento, pero lo preferible es descartar un mal médico y apostar a la higiene bucal.
