el fin del "big brother"

Jorge Ramos

WASHINGTON — El primer viaje del presidente de Estados Unidos Barack Obama a América Latina rompió prejuicios y esquemas que, en algunos casos, tardaron décadas en construirse. Obama prometió cambios, y cambios es lo que estamos viendo. En dos días, el presidente de Estados Unidos ha echado a andar una política totalmente nueva hacia Latinoamérica. Obama está dispuesto a hablar con la dictadura cubana. Eso no lo veíamos hace medio siglo. Obama saludó de mano a Hugo Chávez, a pesar de los insultos del presidente venezolano. Obama trató a México de igual a igual en la lucha contra el narcotráfico. Atrás quedó la época de las “certificaciones” de buena conducta de Estados Unidos al resto del continente. El cambio más evidente de está nueva actitud del gobierno norteamericano es con Cuba. Obama no quiere seguir el mismo camino que los otros 10 presidentes de Estados Unidos que fracasaron en sacar a Fidel Castro del poder. Por eso eliminó las restricciones a los viajes y remesas de cubano-americanos a la isla. Ahora podrán viajar y enviar todo lo que quieran. E incluso, estaría dispuesto a establecer contactos políticos y comerciales con el gobierno de La Habana. Pero los críticos de Obama dicen que estas medidas, lejos de promover la democracia, refuerzan la dictadura. “Ese argumento se ha empleado durante 50 años y nada ha cambiado”, les respondió el presidente. “Así que mi actitud es que si empezamos a ver más viajes a Cuba, y si enviamos más remesas a Cuba que ayuden a las familias cubanas, entonces les vamos a dar más poder y más recursos. Con el tiempo creo que podemos cambiar la dinámica en Cuba de manera que estas medidas promuevan la libertad, el derecho a la libertad de expresión, la libertad religiosa, la libertad de viajar… Durante 50 años el statu quo no ha promovido la libertad y la democracia en Cuba… Estoy dispuesto a tratar cosas nuevas para romper los viejos patrones”. El cambio en la actitud hacia México también es palpable. El sabe que los millones de norteamericanos que usan drogas y las armas estadounidenses son, en buena parte, culpables de la narcoviolencia en México. Por eso “es importante decir que no me has oído criticar al gobierno del presidente (Felipe) Calderón acerca de la violencia allá”, apuntó. “Al contrario, he reconocido su esfuerzo porque creo que está tomando unos pasos muy valientes y difíciles para enfrentar este problema”. No me podía ir sin preguntarle sobre su promesa de campaña de legalizar a millones de indocumentados durante su primer año de gobierno. ¿Cumplirá su palabra a pesar de la actual crisis económica? “Yo voy, absolutamente, a cumplir mi promesa de buscar una reforma migratoria”, aseguró. Pero dejó claro que las cosas no dependen de él únicamente, sino también del Congreso. “No puedo garantizar que tendré una ley sobre mi escritorio antes de que termine el año. Pero lo que sí puedo garantizar es que el proceso seguirá adelante”. ¿Suspenderá las redadas hasta que haya una reforma migratoria? “Como tu sabes, le pedí a Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad Nacional, que revise las políticas respecto a las redadas y me van a llegar sus recomendaciones… Sigo creyendo que no se puede resolver con redadas el problema”. Y por último Obama habló de fútbol. El — que jugó sóccer cuando era niño en Indonesia y cuyas hijas también lo han jugado — quiere que Estados Unidos sea la sede de la Copa Mundial en el 2018 ó 2022. “Creo que tener aquí la Copa sería algo enorme para este deporte en Estados Unidos”, concluyó. “Es el evento deportivo más grande del mundo ¿por qué no tenerlo en Estados Unidos?