Los primeros dias de Obama

Jorge Ramos

WASHINGTON — Ya se puede decir que Barack Obama es la persona más famosa del mundo. La idea se le ocurrió a Dee Dee Myers, quien fue la primera mujer en ser portavoz presidencial, durante la época de Bill Clinton. Y tiene razón. No hay nadie más conocido que Obama en el planeta. Ni siquiera el Papa o Madonna.

Sólo así se explica que cerca de 2 millónes de personas hayan venido a Washington a su toma de posesión con temperaturas por debajo del punto de congelación.

Obama nos recordó en su discurso inaugural que hace sólo 60 años su padre, nacido en Kenia, no hubiera podido entrar a varios restaurantes de esta ciudad. Sin embargo, lo que más me sorprendió del discurso de Obama es que nunca se presentó como un afroamericano. El quiere que otras cosas lo definan: sus ideas, su inteligencia, su creatividad y perseverancia… pero no su color de piel.

Empezamos bien. Esta es una época posracial en la que todos, como Obama, somos una mezcla. El es africano por su padre, asiático por haber crecido en Indonesia y anglosajón por su madre blanca de Kansas. O sea, afroasiamericano.

Nadie es puro. Obama, como a casi todos los miembros de su generación, le gusta romper los esquemas, y le ganó la primera pelea a los agentes del Servicio Secreto y a sus abogados. Yendo en contra de sus recomendaciones, se quedó con su teléfono celular. Es un Blackberry que le permitirá mantenerse conectado con su familia, con un reducido grupo de amigos y con algunos de sus principales colaboradores.

Por lo pronto, ha cumplido varias de sus promesas de campaña en los primeros días de su presidencia. Prohibió la tortura de prisioneros de Estados Unidos. No más Abu Ghraibs. También ordenó el cierre de la prisión de la base naval en Cuba. No más Guantánamos. Quiere más transparencia en todo lo que haga el gobierno. Nada escondido. Todo en la Internet. Y ya permitió la experimentación con células madres para los que sufren de parálisis. Es decir, Obama empezó a ponerle pies a la esperanza.

Obama está tratando de sacar al país de las ruinas que dejó su predecesor.

Obama, en sus primeros días en la presidencia, es un hombre con prisa. Y ha mostrado una absoluta seguridad en sus primeras decisiones. Está liderando y me sorprende que nada lo perturba.

Pero el asunto no es que Obama tome decisiones con rapidez y seguridad sino que tome las decisiones correctas. En esta época de crisis económica no nos podemos dar el lujo de otro presidente que se equivoque garrafalmente en las cosas esenciales.

Sí, Obama puede ser la persona más famosa del mundo. Pero también tiene el trabajo más difícil del mundo.