Protestas reflejan insatisfacción en Brasil

MARCO SIBAJA

Associated Press

BRASILIA (AP) — Un año atrás Brasil aparecía en el escenario mundial como el país de moda: había resistido los embates de la crisis global con pocos daños, su economía crecía, había pleno empleo y se preparaba para organizar el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.

Pero una ola de protestas desatadas en Sao Paulo por un pequeño aumento en el valor del pasaje de autobús sacó al gigante sudamericano de su ensueño y puso de relieve la profunda insatisfacción de la sociedad con el rumbo del país.

El mensaje le llegó de manera alta y sonora a la presidenta Dilma Rousseff el sábado durante la apertura de la Copa de las Confederaciones en Brasilia, cuando una multitud de entre las 67.000 personas en el estadio la abuchearon.

El lunes las manifestaciones alcanzaron su punto culminante desde el inicio de las protestas la semana pasada cuando al menos 250.000 personas en 12 ciudades salieron a las calles sin líderes identificables ni una agenda pero unidas por un sentimiento común de insatisfacción.

La presidenta Dilma Rousseff, quien en su juventud militó en un movimiento guerrillero que combatió a la dictadura, defendió las marchas y aseguró que su gobierno escucha las voces disonantes.

[“]Quiero decir que mi gobierno está oyendo esas voces por el cambio. Mi gobierno está empeñado y comprometido con la transformación social[”], sostuvo la gobernante en una ceremonia de lanzamiento del nuevo marco regulatorio de la minería.

[“]Brasil despertó hoy (martes) más fuerte. La grandeza de las manifestaciones de ayer comprueba la energía de nuestra democracia, la fuerza de la voz de la calle y el civismo de nuestra población. Es bueno ver a tantos jóvenes y adultos juntos con la bandera de Brasil, cantando el himno nacional y diciendo [OpenSingle]con orgullo soy brasileño[‘] y defendiendo un país mejor[”], agregó Rousseff.

La mayoría de las marchas fueron pacíficas, con brotes de violencia en las ciudades de Porto Alegre, Belo Horizonte y Rio de Janeiro, donde un pequeño grupo causó destrucción en bancos e intentó invadir la sede de la Asamblea Legislativa estatal.

Fue el mayor movimiento de protestas en Brasil desde 1992 cuando el pueblo salió a la calle a pedir la destitución del entonces presidente Fernando Collor bajo denuncias de corrupción.

[“]El clima de insatisfacción en el país es muy grande, no se producen 12 manifestaciones simultáneas en un país a no ser que exista un catalizador[”], comentó a The Associated Press el analista político Alexandre Barros.