TECNICAS PARA CONFUNDIR A TERRORISTAS

Viajo más de lo que quisiera. Por trabajo. Por placer. Para ver a los que quiero. Así que los aeropuertos son mi calvario. Y en estas fechas aún más.

Como cualquiera, odio esperar. Y los aeropuertos son el lugar al que uno va a esperar. Esperar mucho me permite observar mucho. Y lo que he visto recientemente en los aeropuertos de Miami, LaGuardia y JFK en Nueva York, Washington, Los Angeles, Denver, México, París, Roma y Atenas me tiene confundido. Y seguramente a posibles terroristas también.

Los puestos de seguridad en todos estos aeropuertos tienen reglas y prácticas muy distintas. Los artículos que dejan pasar en unos son prohibidos en otros. Y siempre me quedo con la idea de que esas inconsistencias reflejan poco entrenamiento, ausencia de acuerdos internacionales y la triste sospecha que los agentes de seguridad no saben exactamente qué están buscando.

Ejemplos. Aún sigue siendo un misterio para mí por qué los champús, cremas y líquidos que le quitaron en los puestos de seguridad a los pasajeros que viajaban conmigo desde Miami pueden pasar sin el menor problema en los aeropuertos de Roma y Atenas. Las revisiones siempre parecen más estrictas en Estados Unidos que en el exterior.

Supuestamente no se deben llevar contenedores con más de 3 onzas de líquido. Pero ¿qué pasa si uno lleva 5 ó 10 frasquitos con 2,5 onzas cada uno? Además ¿quién sabe calcular exactamente cuánto son 3 onzas? Molesta mucho cuando un agente de seguridad te quita una pasta de dientes a medio usar o una medicina sólo porque cree que se pasa del límite, aunque no está seguro.

Y las cosas, mis atribulados compañeros de viaje, se están poniendo peor. Ahora que algunas aerolíneas han decidido cobrar por registrar las maletas de equipaje, he notado un aumento de pasajeros que quieren meter la mudanza completa, elefantes y hasta a la abuelita en el equipaje de mano. Por eso la gente corre y se empuja para abordar primero el avión y encontrar un lugarcito en los compartimentos arriba de su asiento.

Cobrar hasta US$25 adicionales por el equipaje es una mala idea. Genera enormes colas, y es difícil creer a las líneas aéreas cuando dicen que van a poner a más empleados en los mostradores de registro de pasajeros cuando, en realidad, están recortando el personal. Si van a cobrar más, háganlo al comprar el boleto, no al llegar a los caóticos y congestionados aeropuertos. Y menos durante estos días.

Me acaba de llegar la tarjeta de una aerolínea felicitándome por haber volado más de 2 millones de millas con ellos, y quiero volar otras 2 millones con seguridad, sin ser víctima de terroristas.

Uno de los principales consejos en una guerra es no repetir estrategias ni ataques, porque el enemigo se adapta rápidamente. Bueno, sin duda los terroristas no han podido adaptarse a las grandes diferencias que existen en los puestos de revisión de los aeropuertos del mundo. Esas diferencias nos tiene a todos confundidos, incluyendo a los terroristas.