Cada etapa, una dieta

(Agencia Reforma)

La familia es el núcleo donde el individuo se enseña a hablar, caminar y desenvolverse, pero también es el ámbito donde aprende a alimentarse y hacer ejercicio.

Una alimentación balanceada no significa renunciar a algunas comidas, sino que hay que saber cómo distribuirlas.

Los grupos alimenticios no tienen que ser enemigos: las vitaminas, proteínas, minerales, fibras e incluso las grasas, pueden convivir en un organismo y apoyarlo en su nutrición.

Alejandra Patricia Matías Serrano, coordinadora estatal de los Programas de Orientación Alimentaria de la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ), considera que los buenos hábitos alimenticios son la clave para que dentro de la familia se lleve una dieta sana entre sus miembros.

La especialista señala que una de las claves es seguir las indicaciones del Plato del Buen Comer, en donde se describen tres tipos principales de alimentos: frutas y verduras; cereales y leguminosas, y alimentos de origen natural.

Con respecto a las frutas y verduras, la recomendación de Matías Serrano es que se consuman cinco raciones de éstas al día, de preferencia que sean productos de temporada y crudos. Este grupo aporta vitaminas y minerales que ayudan a la vista, digestión y piel.

La energía la proporcionan los cereales, en tanto que las proteínas llegan al cuerpo de las personas a través de la ingesta de leguminosas, como frijol y lentejas; además de productos de origen animal; un ejemplo podrían ser las carnes y la leche.

“Aquí la recomendación es que tratemos de comer la dieta lo más variado que se pueda y de acuerdo también a nuestras posibilidades económicas”, indica.

Lo ideal es hacer tres tiempos de comida y dos colaciones. En cada plato debe de incluirse un alimento de cada grupo.

El establecimiento de horarios para las comidas también es importante, así como beber agua natural en lugar de bebidas azucaradas.

Sin embargo, cada grupo de edad requiere especificaciones en su alimentación. No es lo mismo hablar de la dieta de un bebé que la de un adolescente, asegura.

Las mujeres embarazadas, por ejemplo, deben de tener una alimentación rica en calcio, hierro y ácido fólico, esto con el fin de un desarrollo adecuado del bebé.

Cuando nace el niño, la base de la alimentación debe ser la leche materna, por lo menos los primeros seis meses.

“Tanto la leche materna como la fórmula son los dos alimentos básicos de un lactante durante los primeros 12 meses de la vida y la alimentación complementaria inicia con cereales, con frutas, verduras, carnes, eso se va dando en forma progresiva en los siguientes seis meses”, expresa Edgar Manuel Vásquez Garibay, director del Instituto de Nutrición Humana de la UdeG.

Al año de edad, es recomendable que el bebé se siente con la familia a comer, puesto que ya tiene la capacidad digestiva para ello.

De los 12 a los 36 meses, el pequeño vive un periodo crítico.

Según Vásquez Garibay, es la etapa donde más frecuentemente se presenta la desnutrición, porque lo niños comen menos; además de que es el tiempo en donde comienzan a gestarse los hábitos a alimenticios, los cuales acompañarán a la persona el resto de su vida.

En la etapa escolar, los hábitos se consolidan, por lo que es primordial que las mamás vigilen la alimentación de sus hijos.

“Es fundamental que la mamá no los mande sin desayunar, que es una práctica muy común en nuestro medio y luego que vea exactamente qué le están dando de comer, porque estamos teniendo problemas de obesidad en niños”,- comenta Vasquez

Vásquez Garibay recomienda no satanizar el producto chatarra, pero sólo hay que dárselo a los menores en ocasiones especiales.