Comer sin hambre

Cielo Mejía

Agencia Reforma

El cerebro humano registra hambre después de cuatro horas de no recibir alimento en su organismo, pero si las ganas de comer pastel, papas fritas, golosinas y refrescos llegan cada una o dos horas, eso ya podría representar un problema de salud.

Cuando no es hora de comer y aunque el hambre a veces no está de por medio, hay personas que suelen pellizcar los alimentos frecuentemente como síntoma de la ansiedad.

Noemí Juárez Moreno, encargada de la Clínica de Trastorno de la Conducta Alimentaria del Instituto Jalisciense de Salud Mental (Salme), explica que cuando las personas presentan un trastorno de ansiedad, uno de los síntomas más comunes es la alteración de sus hábitos alimenticios y mientras algunos comienzan a perder el apetito, otros comienzan a comer de más.

Nosotros, como siquiatras, estamos obligados a descubrir o discernir si el paciente realmente está comiendo de más o lo que está teniendo es un atracón de comida”, señala.

Hay situaciones en las que se tiende a comer de más, como fiestas y en restaurantes, pero eso no significa que lo hagan por ansiedad, porque son momentos aislados.

Sin embargo, si la conducta es común, los pacientes comienzan a darse cuenta de que comen de más porque empiezan a aumentar de peso y eso los angustia, precisa.

“Esa situación (comer por ansiedad) se autolimita si el paciente va a tratamiento, le dan su tratamiento para la ansiedad, el siquiatra o sicólogo detecta que lo que tiene el paciente es mucho estrés, es muy ansioso y que por eso está comiendo así de desordenado; se trata la ansiedad y se quita el síntoma, que es comer de más o estar picoteando la comida”, indica.

Dichos pacientes también requieren ayuda de nutriólogos para regresar a su peso normal. El atracón, en cambio, es un trastorno alimenticio en el que la persona, a causa de un descontrol emocional, consume grandes cantidades de comida.

“Estos pacientes empiezan a comer a escondidas porque se dan cuenta que los demás critican su forma de comer y entonces, ante la vergüenza de estar comiendo de esa manera, que es algo que no pueden controlar, se empiezan a esconder”, comenta .

El enfermo a veces ni mastica sus alimentos, sino que los traga; también es muy común que paralelo al atracón, exista otro padecimiento siquiátrico, como depresión, ansiedad o bipolaridad.

Para que la persona se diagnostique con atracón, la conducta se debe presentar, como mínimo, dos veces a la semana y por un periodo sostenido de seis meses, precisa.

La culpa es otro sentimiento común en una persona que padece atracones, los especialistas tienen problemas para tratar a estos pacientes, porque no suelen seguir las indicaciones al pie de la letra.

El tratamiento debe ser multidisciplinario, intervienen Siquiatría, Sicología, Endocrinología y Nutrición. De acuerdo con Juárez Moreno, el atracón es el trastorno alimentario más común, cuya incidencia es del 3 %. No hay estadísticas que indiquen cuántas personas comen por ansiedad, pero los expertos consideran que es una práctica muy común.

La persona utiliza el alimento como una forma de compensar su ansiedad o su estrés y se vuelve un ciclo vicioso, sobre todo en las personas con sobrepeso y obesidad.”