Es bueno saber esperar

(Agencia Reforma)

El que su hijo tenga un problema de aprendizaje puede estar relacionado con haber ingresado a primaria a temprana edad, porque su madurez neurológica no corresponde al grado escolar que cursa.

La edad ideal para entrar es la de los siete años, cuando el lóbulo frontal del cerebro, encargado de planear, ejecutar, autocontrolar y codificar, está listo para desarrollar funciones propias de primero de primaria como el manejo del lenguaje escrito y las matemáticas, señala la pedagoga Diana Patricia Montemayor Flores.

Sin embargo, la competencia entre colegios los obliga a aceptar a más pequeños, de hasta cinco años nueve meses, sin considerar que la diferencia de edad puede ocasionar un rezago escolar significativo.

Los diferentes rangos de edades en un mismo salón de clases ponen en desventaja a los menores, porque los maestros se guían por el rendimiento de los alumnos más grandes y consideran a los pequeños como inmaduros.

“Cuántas veces reportan a los niños que están jugando o que se distraen fácilmente en clase, sin considerar que lo hacen porque están en edad de jugar, porque su lóbulo frontal aún no está preparado para poner atención”, explica la especialista.

La problemática radica en que las instituciones educativas aceptan a niños menores de siete años porque los papás quieren que sus hijos entren a primaria lo antes posible.

Y si no cuentan con una metodología para atender las necesidades específicas de esos alumnos, aumentan las probabilidades de que desarrollen un problema de aprendizaje.

“Luego resulta que el mismo colegio que los aceptó, los rechaza porque no cumplen con el nivel educativo de la institución”, indica la asesora educativa.

Les piden tomar clases de apoyo, y, en ocasiones, repetir el año escolar, lo que se traduce en costo para la familia.

“Los primeros en resistirse son los papás, porque lo consideran un año perdido, y aunque no es la solución ideal, en realidad es una oportunidad para ayudarlos a completar su desarrollo neurológico”, comenta Montemayor.

Los papás deciden si su hijo cursa de nuevo primero de primaria o esperan a que cumpla los siete años para que pueda cumplir las exigencias del grado.

“En base a la literatura médica, el desarrollo más importante del sistema nervioso ocurre de los cero a los seis años, etapa que comprende maternal y preescolar”, manifiesta.

Es importante que los colegios cuenten con una metodología que estimule el lenguaje y la motricidad de los niños, ya que un alto porcentaje de las respuestas del cerebro tienen que ver con movimiento, como hablar, leer y escribir. En caso de seguir recibiendo niños menores de siete años, necesitan tener un plan de estudios con metodologías que respondan a las características de esa edad, a través de la asociación y la visualización.