Más que una cara bonita

Cirze Tinajero

Agencia Reforma

El encanto de sus callejones empedrados, la gente feliz que los recorre y la miel que derraman algunas parejitas en escapada romántica sacan una sonrisa hasta al viajero más cascarrabias.

San Miguel de Allende está acostumbrada a los elogios: en 2008 se le concedió el título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y hace dos años se ganó el reconocimiento de la mejor ciudad del mundo, otorgado por la revista Condé Nast Traveler.

Pero esta ciudad es más que una cara bonita. Sus imponentes edificios, hace varios ayeres alojaron héroes nacionales o alguna importante personalidad clave para el desarrollo del bajío.

Basta con llegar a la Calle Canal, en el Centro, para comprobarlo. Se encuentra de aparroquiar de San Miguel Arcángel y el Jardín Principal, y es una de las más concurridas.

Sobre ella se levanta una verdadera joya arquitectónica: la Casa del Mayorazgo de la Canal. De estilo barroco, en 1808, previo a la Independencia de México, aquí se realizaron juntas de conspiración con Ignacio Allende, Juan e Ignacio Aldama y más de 60 criollos insurgentes.

La mansión fue edificada hacia finales del siglo 18 para la familia Canal y Hervás, de comerciantes, una de las principales impulsoras de San Miguel, que mandó constuir algunos de sus conventos e iglesias.

Con el pasar de los años, la casa quedó abandonada, luego fue transformada en hotel -por cierto llamado Hotel Allende-; finalmente fue adquirida por el Banco Nacional de México, hace 34 años.

Actualmente aloja a un banco y un museo con diversas exposiciones de fotografía y óleos. Abierta a todo público y con visitas guiadas en diferentes horarios.

La casa colinda con hoteles, puestos ambulantes y locales en los que se ofrecen toda variedad de antojitos: elotes, esquites, dulces típicos y hasta chicharrones preparados. Hay que ser fuerte si no se quiere romper la dieta.

La mejor hora para recorrer la Calle Canal es al atardecer. La gente sale de sus hogares para comprar pan, o simplemente a tomar el fresco.

En el camino se alza el Templo y Convento de la Purísima Concepción, también relacionado con la familia Canal y Hervás

Fue construido a mediados del siglo 18 por iniciativa de María Josefa Lina de la Canal y Hervás, quien desde muy joven demostró su interés por los hábitos y quiso contar con un lugar digno en San Miguel para su fervor religioso.

Entre los habitantes de la zona al Templo y Convento se conoce como Las Monjas, y sigue siendo habitado una orden de religiosas dedicada a la Inmaculada Concepción, quienes ayudan a la comunidad con todo tipo de tareas. Se les puede encargar desde una plegaria por algún enfermo hasta un pastel.