Ni tan listos

(Agencia Reforma)

Existe la creencia generalizada de que al ir avanzando en edad, por fuerza el cerebro de una persona camina también hacia un irreversible deterioro. Esto es totalmente falso, pues la demencia puede presentarse en cualquier edad, y todavía no hay manera efectiva de prevenirla.

Temprano por la mañana, Rosita, una mujer avanzada en edad, caminaba -como lo venía haciendo durante los últimos 15 años- sus dos cuadras rumbo al puesto de revistas para recoger el periódico.

Sin embargo, ese día no fue igual, sucedió algo inesperado, súbitamente olvidó el camino de regreso a casa por lo que empezó a sufrir de confusión y angustia.

El encargado del puesto, que ya la conocía, le ayudó a que llegara de nuevo a casa y continuara el día como si nada hubiera pasado.

A raíz de aquel incidente, su hermana decidió llevarla con el doctor para determinar la causa del evento.

El médico encontró que Rosita había incrementado la dosis del medicamento para dormir, a lo cual atribuyó, como posibilidad, la causa de su confusión.

En muchas personas existe el temor de que, con el paso de los años, el proceso del envejecimiento les lleve a un deterioro de sus facultades mentales, de ir perdiendo paulatinamente la capacidad de pensar, de razonar o recordar los hechos.

Envejecimiento no es igual a deterioro cerebral

¿Es en realidad, el proceso del envejecimiento, un camino inevitable de deterioro de la actividad cerebral, que conduzca a perder la razón?

La respuesta es no, sin embargo, en el pasado, y tal vez algunas personas así lo consideren todavía, veían la pérdida de las facultades mentales como parte normal del envejecimiento.

Las investigaciones en años recientes indican que ciertas moléculas y células del cerebro presentan deterioro o llegan a desaparecer con el paso de los años y que algunos de estos cambios, si son importantes, pueden alterar el estado cognitivo de la persona.

Los estudios de la conducta humana están de acuerdo con que se produce una erosión paulatina de la actividad mental con los años, siendo esto un acompañante de la longevidad, pero no necesariamente.

Las personas que experimentan estos cambios en su personalidad, conducta y habilidades, puede que sufran una enfermedad del cerebro llamada demencia. El término demencia es utilizado para describir un grupo de síntomas que se caracterizan principalmente por un deterioro de las facultades intelectuales, como memoria, lenguaje, capacidad de razonamiento y conducta.

En los países desarrollados, la principal causa de la llamada demencia senil es la enfermedad de Alzheimer, seguida por la llamada de tipo vascular o múltiples infartos cerebrales (embolias).

Estudios epidemiológicos y psicológicos estiman que la prevalencia de demencia varía, pero un estudio realizado por la escuela de Harvard en USA, hace un par de años, reveló que el 90 por ciento de los individuos mayores de 65 años se encuentran libres de enfermedad como grupo total, pero al desglosarlo por décadas entre 65 y 75 años, existe 5 por ciento de incidencia; sin embargo se aumenta a 20 por ciento entre 75 y 85 años, para llegar hasta 50 por ciento en personas mayores de 85 años.

El análisis realizado en individuos sanos lleva a la conclusión de que entre los 70 y 80 años, personas consideradas con buen estado de salud, muestran sólo ligero deterioro en la capacidad de realizar los test de memoria, percepción y lenguaje.

Donde sí existe menor capacidad, y la mayoría de los estudios coinciden, es en la menor velocidad de procesar las cosas en el cerebro, esto es como recordar eventos recientes con rapidez .

Dando el tiempo necesario, así como manteniendo el estado de ansiedad al margen, es factible encontrar a la mayoría de los ancianos que están sanos con scores similares a los jóvenes o adultos de edad media.