No todo lo ‘sano’ es sano

Sergio Humberto Navarro

Agencia Reforma

¿Piensa más en la calidad de la comida que en el placer que le va a provocar comerla?

Antes de responder “sí” o “no” es necesario aclarar que este es uno de los cuestionamientos claves para iniciar una investigación en alguien que pudiera tener una personalidad predeterminada para sufrir ortorexia, es decir, la obsesión por la comida “sana”.

Siguiente pregunta: ¿prefiere pasar más de una sesión regular de entrenamiento en el gimnasio que salir a tomar un café con un amigo?

Eso es lo que se preguntaría a quien pudiera padecer de vigorexia, la obsesión por un buen físico que lleva a la persona a ejercitarse en extremo y que parece nunca ser suficiente.

La ortorexia y la vigorexia son dos trastornos alimenticios de recién bautizo y estudio. Afectan tanto a hombres como mujeres, sin embargo, estos indican que la ortorexia se ve más frecuente en mujeres y la vigorexia en hombres.

Light, Light

Cada vez es más común ver que personas analizan si un alimento determinado es “puro” u “orgánico y saludable”. En términos normales, eso podría estar bien. Lo malo es que alguien deje de comer porque conseidera a sus alimentos poco sanos.

Eso es la ortorexia, un término que se conoció a finales de la década pasada y que se atribuye a Steven Bratman, un médico practicante de la medicina alternativa.

“Cuando el comportamiento se vuelve extremo e interfiere la salud actual y los valores de una persona entonces se considera anormal dicho comportamiento”, dice la doctora Jennifer Nelson, directora de la Clínica de Nutrición de la afamada Clínica Mayo, de Rochester, Nueva York.

La ortorexia, que según datos de la OMS afecta a un 28 por ciento de la población mundial, tiene más incidencia en mujeres y adolescentes y en deportistas que practican el atletismo y el fisicoculturismo.

Músculo,

Músculo…

“… Puro músculo, es lo que quiero ser”. Esa frase, para algunos quizás infame, puede aplicarse a la visón de las personas que padecen de vigorexia. Nunca están satisfechos con su cuerpo y pasan intensas sesiones de entrenamiento deportivo afectando su salud y su organismo. Las afecciones pueden llegar a cambiar severas al corazón.

Según cifras del IMSS, las estimaciones internacionales han comprobado que 95 por ciento de los pacientes que presentan este trastorno son varones entre 17 y 35 años.

“Se caracteriza por la preocupación perturbadora del físico y una dismorfobia o distorsión del esquema corporal”, dice un documento del IMSS.

Existen casos de varones que, además de llevar entrenamientos extremos, llegan a ingerir hasta 4 mil 500 calorías diarias cuando lo normal son 2 mil 500. El metabolismo se afecta.