Su sistema inmune es el mejor antiviral

Georgina Montalvo

(Agencia Reforma)

¿Toda la semana le ha preocupado contagiarse del virus de la influenza? Que esté leyendo el periódico sano y salvo significa que quizá no ha estado en situación de riesgo y menos lo estará al informarse sobre cómo actúa el virus y las medidas básicas para prevenir el contagio.

Miguel Ángel Lezana, director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Cenavece), aclara que si formó parte de los 18 millones de mexicanos que se vacunó contra la influenza durante el otoño del 2008, no tiene de qué preocuparse porque, en el caso de que el virus entrara a su cuerpo, su sistema de defensas está más que preparado para enfrentarlo.

Pero si no se vacunó, es útil que reconozca los síntomas característicos de la influenza: fiebre de 38.5 grados centígrados o más, dolor de cabeza intenso, tos seca y dolor en las articulaciones, los cuales, además, ayudan a distinguirla del resfriado común.

“Si tengo esos síntomas combinados puedo tener un cuadro de influenza, peso si sólo tengo dolor de cabeza o tos o fiebre es posible que sólo se trate de un resfriado”, explica Lezana.

Si tiene estos síntomas, la recomendación es acudir con un médico familiar o general, quien está plenamente calificado para sacarlo de dudas.

“Ellos pueden determinar si sólo es gripa o hay sospechas de influenza”, comenta Lezana.

Tenga influenza o no, mientras presente los síntomas es mejor quedarse en casa, y si no puede, evite asistir a sitios concurridos para prevenir el contagio del virus, cualquiera que este sea.

¡Sí es!

El diagnóstico preciso de influenza se realiza “mediante la identificación del virus en secreciones de nariz o laringe durante las primeras 24 a 72 horas de iniciada la enfermedad, o mediante el estudio de sangre para identificar anticuerpos”, refiere la página web del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).

Además, los médicos deben hacer una historia clínica detallada e investigar si el paciente estuvo en condiciones de riesgo para adquirir la infección.

Cuando confirman que se trata de influenza, el objetivo del tratamiento es combatir los síntomas, pues no existen medicamentos que actúen directamente contra el virus.

“En 95 por ciento de los casos, la influenza es una enfermedad autolimitada, es decir, el propio organismo se defiende y vence al virus”, apunta Lezana.

Sin embargo, hay que estar pendientes del comportamiento de los síntomas, pues existen señales claras que indican el desarrollo de complicaciones, como dificultad para respirar, fiebre mayor de 38.5 grados que no cede al paso de los días y tos con flemas verdosas o amarillas.

“Deberá acudir de manera inmediata a un servicio de urgencias si sus síntomas se agravan y persisten por varios días o si, después de sentirse un poco mejor, se presentan señales de un problema más serio, como malestar de estómago, vómito, fiebre alta, escalofríos, dolores en el pecho y tos acompañada de una mucosidad amarilla y verde”, señala la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

La vacuna

Ante la mutación que constantemente sufre el virus de la influenza, la vacuna varía anualmente. Expertos de la Organización Mundial de Salud definen la composición para cada año, tomando en cuenta las variedades del virus que se presentaron de manera más frecuente el año inmediato anterior; con base en eso, los laboratorios internacionales fabrican una cantidad limitada de vacunas porque sólo es para la temporada.