Bajo el Volcán

Sophia Vackimes, Coordinadora de Servicios de Emergencia en Español, Ciudad de Renton

Durante el mes de mayo se llevarán a cabo varios eventos especiales aquí en el Estado de Washington que conmemorarán la erupción del monte Santa Helena (Mount St. Helens). Este volcán tuvo una erupción catastrófica el 18 de mayo de 1980 con consecuencias graves: decenas de personas fallecidas así como cuantiosos daños materiales. Además de esto sus cenizas se depositaron a lo largo de once estados, por ello esa erupción es reconocida como la más fuerte de este país en más de cien años.

A muchas personas les preocupa vivir cerca de volcanes, y tienen toda la razón en estarlo. Sin embargo, yo tengo amigos que gozan muchísimo viendo y fotografiándolos y cada vez que pueden viajan a conocer uno nuevo. A mi también me encantan los volcanes, y no termino de asombrarme de estar cerca de Mount Rainier ahora que vivo en Washington. Con anterioridad viví cerca del Popocatépetl, a un costado del estado de Puebla y la Ciudad de México, pero al haberme mudado aquí a Seattle no calculé que estaría tan cerca de otro de estos hermosos gigantes nevados.

Cuando vivía en la ciudad de Cholula, Puebla, podía subir a la azotea de mi casa y ver como durante una de las épocas de gran actividad del volcán Popocatépetl (que significa monte que humea en idioma náhuatl), ese arrojaba fumarolas, cenizas y vapor a la atmósfera en gran cantidad. Por la noche me sentaba por horas a admirar los flujos de lava al rojo vivo que se movían lentamente de un lado de su pendiente a otro. En otra ocasión me tocó que durante una de sus exhalaciones expulsara grandes cantidades de ceniza la cual, al depositarse sobre la superficie llegara a tener un espesor de varios centímetros, y cubrieran toda la ciudad y gran parte del área aledaña. Yo, y muchísima gente,tuvimos que quedarnos en casa durante días enteros. La única forma de poder tener aire fresco en el interior de nuestras viviendas fue mojar sábanas o pedazos de tela grandes, y una vez exprimidas, colgarlas a todo lo largo de las puertas o ventanas para que atraparan las minúsculas partículas de polvo volcánico. No podíamos remover las cenizas, puesto que son peligrosas si son inhaladas. El barrerlas nos expondría a ellas, el removerlas con agua la solidificaría convirtiéndola en cemento al contacto con ella. Fue una experiencia verdaderamente preocupante, pero no corrimos más peligro que eso, y afortunadamente tuve que quedarme encerrada en casa solamente tres o cuatro días. Eventualmente el viento se fue llevando el polvo y las autoridades mandaron limpiar las calles. Sin embargo, en mi mente, e imagino que en la de muchos de quienes pasamos esa experiencia, las imágenes de catástrofes que hemos visto en películas, documentales, y leído en libros de historia aumentaron nuestra preocupación.

Ahora que estoy en Washington, tengo la oportunidad de admirar a menudo la hermosa silueta de Mount Rainier, y realmente no me preocupa mucho vivir tan cerca de este otro volcán. Tengo presente, sin embargo, que existe un sistemana gran cadena de volcanes que va desde la Tierra del Fuego en Argentina y Chile, pasando por Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, E.E. U.U. y Canadá hasta Alaska, y que circundando el Océano Pacífico pasa hacia la península de Kamchatka, Japón, Corea, llegando hasta Nueva Zelanda. Todos estos puntos se hallan alrededor de lo que es el Cinturón de Fuego del Pacífico. El Pacífico es rodeado por una zona de nuestro planeta con intensa actividad volcánica y sísmica. Los continentes a su alrededor se hallan en constante fricción y presión por las capas de subducción que los moldean y empujan, o conforman.

El mes de mayo, ha sido designado el mes del volcán para recordarnos no solamente lo potencialmente peligroso de estos maravillosos entes de nuestro planeta, sino también para que nos concienticemos en los preparativos que todos debemos acatar en caso de un terremoto o erupción puesto que vivimos en un área potencialmente volátil. ¡Los volcanes de Hawai ciertamente están celebrando su mes!

Muchas gracias a (“Mr. Volcano”, el Sr. Volcán) Brian R. Terbush Coordinador del Programa de Terremotos y Volcanes de la División del Manejo de Emergencias del Estado de Washington por la sugerencia del tema de esta nota y su asistencia en la redacción de la misma.