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Por el Consulado de México

Miguel Guillén:

Nos recibe en la sala de su casa, rodeado de obras de artes, algunas creadas por su padre. Lleva el arte en la sangre, “Esos cuadros los pintó mi papá. Trabajó en el campo toda su vida, pero siempre fue apasionado por el arte y el movimiento pro migrante. Mi madre era poeta y escritora” comenta.

En 1960 antes de su primer cumpleaños desde Piedras Negras Coahuila migró con su madre a Skagit Valley. Para ese entonces, su padre ya se encontraba establecido en La Conner, Washington, un pueblo mayoritariamente anglosajón.

Le fue difícil enfrentarse a muchos obstáculos que tienen los niños migrantes. Fue gracias al interés y apoyo de su maestra de arte de la preparatoria, que decidió aplicar a distintas universidades. Después de haber sido aceptado en varias escuelas, a los 17 años se mudó a Seattle para estudiar Bellas Artes, con una especialidad en pintura, en Cornish College of the Arts.

Como un joven migrante y gay en La Conner, enfrentó muchas situaciones adversas con las cuales tuvo que lidiar durante su infancia y adolescencia. “Nunca sentí que pertenecía, la única forma en que podíamos encontrar paz era convirtiéndonos en fantasmas, teníamos que ser invisibles.” comenta.

La primera vez que se sintió visible y que pertenecía a algún lugar, fue en una visita a la Ciudad de México. “En EE.UU, la gente se te queda viendo, te identifican como algo distinto a ellos. Pero en México entendí la libertad que te da el desvanecerte dentro de la sociedad. Fue increíble. Me sentía realmente libre.”

Actualmente, Miguel trabaja para el Gobierno del estado de Washington, en la Comisión de Artes, donde es Gerente de Becas y Subsidios para organizaciones. También es socio fundador de la organización “La Sala”, la cual busca dar visibilidad a los artistas latinos en la región. Por medio de su trabajo, siempre ha intentado dar visibilidad a grupos y artistas latinos. Él mismo sabe lo difícil que esto puede llegar a ser para un artista migrante en Estados Unidos.