A favor de los libros

Esther Cepeda

Columnista

CHICAGO — Según sus críticos, Stephen King es insensible a los deseos de algunos de sus más ardientes admiradores y también se aferra demasiado al pasado cuando decide publicar su nuevo libro “Joyland” sólo en forma impresa.

Pero coincido con él en esto.

A decir verdad, leer “Joyland” será una inconveniencia menor -si realmente puede llamarse así a adquirir y consumir una edición encuadernada e impresa en papel, que lleva las palabras de este maestro narrador de historias llenas de suspenso y emoción. Mis opciones serán o bien salir de casa para ir a una lejana librería de cemento y ladrillos o esperar un envío por correo.

Me las arreglaré permitiendo que la última novela de King me transporte a un pasado no tan lejano, en que podía leer durante horas sin la interrupción del tilín de los e-mails, las alertas de Facebook, las menciones de Twitter, las notificaciones del calendario, los mensajes de texto y mi casi patológico deseo de compartir una que otra oración hermosamente forjada con mis redes de medios sociales.

La desventaja: Tendré que resignarme a no poder ajustar el tamaño del tipo de imprenta para poder leer sin lentes, a no tener el libro conmigo dondequiera que vaya, a no poder buscar el texto fácilmente ni escribir notas legibles que puedo enviarme a mí misma en un abrir y cerrar de ojos. Oh, y no poder leer cómodamente en lugares con mala iluminación, como por ejemplo, mi sala.

Sobreviviré.

El péndulo de King se ha movido. En una época fue un lobo solitario promoviendo las publicaciones digitales independientes, ahora, como bien se sabe, sufre degeneración macular y ha decidido, sabiamente, que vale la pena esforzarse un poco por algunos rituales.

En un ensayo publicado en el sitio Web BoingBoing, Charles Ardai, fundador y editor de Hard Case Crime, una colección de novelas de crímenes al estilo pulp-fiction y editor de King en este proyecto, escribe sobre los factores que ayudaron a determinar la edición especial impresa de “Joyland”.

Sí, tanto él como King quieren apoyar a los libreros, que luchan por sobrevivir. Pero también está la cuestión estética.

Varios estudios de investigaciones han documentado importantes diferencias entre leer material impreso y en línea.

Tal como resumió el Center for Teaching and Learning de la Universidad de Stanford en 2008, leer textos impresos es más rápido que leerlos en línea o en una pantalla. Los lectores pueden orientarse mejor dentro del texto en el papel.

El National Literacy Trust de Gran Bretaña recientemente advirtió sobre los peligros de permitir que los niños -cuyas lecturas digitales se han doblado en los últimos dos años- lean exclusivamente en medios digitales.

Las investigaciones concluyeron que de los niños que leen a diario, los que leyeron sólo en forma electrónica tenían la mitad de probabilidades de ser lectores por encima del promedio que los que leyeron en forma impresa o en una combinación de textos impresos y electrónicos (15,5 por ciento vs. 26 por ciento).

Los lectores de textos electrónicos tenían muchas menos probabilidades de disfrutar la lectura, comparados con los que también leen en forma impresa (12 por ciento vs. 51 por ciento) y menos probabilidades de tener un libro favorito (59 por ciento vs. 77 por ciento).

Recientemente me decidí por el papel para las lecturas de verano asignadas a mi hijo mayor.

No sólo quiero que aproveche más su esfuerzo, sino que necesita aprender el arte de lo que los especialistas de lectura llaman “lectura silenciosa sostenida”.

La forma impresa quizás sea anticuada, pero aún desempeña un papel indispensable en nuestra vida.