Por Juan José Bocanegra
He estado organizando en Washington desde la década de 1970, trabajando en innumerables temas que afectan a los latinos en Seattle. También he presenciado los efectos del auge tecnológico de Seattle: los vecindarios que solían estar llenos de familias ocupadas se vuelven silenciosos y se cierra un restaurante favorito a medida que aumentan los nuevos edificios. Los trabajadores que construyen y mantienen la ciudad son empujados hacia las afueras, en busca de un lugar asequible para vivir.
Nuestro código de impuestos inservible agrava todos los problemas que preocupan a nuestras comunidades, en cada uno de los cuales he trabajado en los últimos cuarenta y nueve años: vivienda asequible, cuidado infantil, cuidado de la salud, transporte, clima y más. Sin arreglar el código de impuestos, no tenemos suficiente en nuestro presupuesto para invertir en las cosas que nos benefician a todos, latinos, anglosajones y otros. No tiene que ser así, podemos arreglar el código de impuestos regresivo y al revés de Washington al tomar medidas en nuestras propias comunidades para pedir un cambio. Podemos lograr mucho más con un sistema de impuestos que proporcione recursos y que funcione para todos nosotros.
De acuerdo con el informe “Who Pays?” (¿Quién paga?) publicado este mes (Octubre 2018) por el Instituto de Impuestos y Política Económica, tenemos el “sistema de impuestos estatal y local más injusto del país” para las personas de ingresos bajos y medios. Hemos mantenido esa clasificación desde que el informe se publicó por primera vez en 1996. Esto se debe a que nuestro código de impuestos exige a los que menos dinero ganan, que paguen el mayor porcentaje de los ingresos familiares. Los trabajadores que ganan $25,000 al año o menos pagan el 18 por ciento de sus ingresos en impuestos estatales y locales, los que están en el medio pagan el 10 por ciento y los que están en la cima, ganando más de $500,000 al año, pagan solo el 3 por ciento. Todo se debe a que Washington depende principalmente de las ventas y otros impuestos regresivos para aumentar los ingresos. En otras palabras, los trabajadores deben subsidiar la mayoría de la infraestructura y los servicios requeridos por las ciudades y las grandes corporaciones para operar, mientras que al mismo tiempo estas corporaciones y el 1 por ciento más rico no contribuyen casi nada. Unos pocos dólares agregados a un recibo significan poco para un millonario; la misma cantidad podría hacer o deshacer el presupuesto de un padre o una madre trabajadora. Peor aún, los poderosos intereses especiales han usado su dinero e influencia para manipular nuestro código de impuestos a su favor. Han creado cientos de derroches fiscales inútiles y lagunas legales que agotan el dinero de nuestras comunidades para conservar más en sus bolsillos.
A lo largo de los años, he visto a los latinos en Washington persistir a través de todo tipo de desafíos. ¿Pero cómo sobrevives a la pérdida de tu hogar? Mis compañeros en El Comité se están mudando de South Park a Burien y Federal Way, ya por varios años, lejos de las comunidades que construyeron y pensaron que eran seguras para instalarse por el resto de sus vidas. Ahora están más alejados de sus trabajos y de los programas de la ciudad que los ayudaron a alcanzar sus metas. Las personas de bajos ingresos ya pagan mucho más de lo justo en impuestos; ahora, los latinos trabajadores forzados a mudarse fuera de la ciudad pagan aún más por la gasolina extra necesaria para los desplazamientos largos al trabajo cada día, o para reemplazar los servicios públicos disponibles en Seattle, como el Programa de Asistencia de Cuidado Infantil y Orca Lift. Con un código de impuestos que funcione para todos nosotros, podemos invertir en viviendas asequibles y cuidado infantil, programas para jóvenes, transporte a gran escala y trabajos en energía limpia para impulsar la clase media, en todas las ciudades, no solo en Seattle.
Deberíamos poder permitirnos vivir en la ciudad que construimos y a la que damos servicio. Sin nuestro trabajo duro, Seattle se colapsaría. Y aquellos en la cima, los millonarios y multimillonarios que hicieron fortuna con nuestra fuerza, sudor y sacrificio, se niegan a pagar su parte. Pero podemos cambiar eso para mejor terminando con las exenciones de impuestos derrochadoras, haciendo que los ricos paguen lo que deben, e invirtiendo recursos en las familias de ingresos medios y bajos para que todos podamos prosperar. Comienza con la educación de nuestras comunidades: sus amigos, familiares y vecinos merecen saber. Llame a sus legisladores y exija que defiendan a los trabajadores. Y si usted ha sido expulsado fuera de Seattle, participe en su nuevo vecindario defendiendo cambios que ayuden a todos a prosperar.