¿Cuánta agua beber? La que calma su sed

Georgina Montalvo

Agencia Reforma

La publicidad en medios impresos y televisión bombardea a los consumidores: 2 litros de agua mínimo al día te hacen más sano, con menos arrugas y un cuerpo escultural… La realidad es que no todas las personas necesitan la misma cantidad y para quienes padecen ciertas enfermedades, el exceso puede ser, incluso, tóxico.

La edad, la actividad física que realiza, el clima en el que vive y las condiciones generales de salud de una persona demandan cantidades específicas del líquido, demuestra la evidencia científica.

¿Cuál es el consumo ideal entonces?

También depende de la superficie corporal, es decir, de la talla y el peso de cada individuo, explica Guillermo Meléndez Mier, máster en Nutriología Clínica.

“Una persona que pesa 130 kilogramos y mide 1.90 metros, utilizará con facilidad 2 litros; pero una mujer de 55 kilos y que mide 1.55 metros no tiene la misma capacidad de uso y sólo necesita 1 litro”, ejemplifica el también médico internista.

Incluso diversos estudios han concluido que dos personas de la misma edad, que hacen las mismas horas de ejercicio, que viven en la misma ciudad y tienen las mismas condiciones de salud, no pueden beber la misma cantidad de agua si una pesa más que otra.

“Hay circunstancias que incrementan las necesidades de líquidos del organismo como el estrés, la actividad y el ejercicio físico, el aumento de la temperatura ambiental, la fiebre, las pérdidas de líquidos por vómito o diarrea, la diabetes descompensada, las quemaduras, etcétera”, explican los autores del artículo “Recomendaciones de Bebida e Hidratación para la Población Española”, publicado en la revista Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria en 2008.

La respuesta más acertada a cuánta agua hay que beber la tiene el sentido común: “beba siempre que tenga sed”, sostiene el cirujano cardiovascular Juan José Rufilanchas del Hospital Ruber Internacional de Madrid en una entrevista.

Diferencia básica

Quienes gozan de salud, no se ponen en riesgo al beber agua en exceso porque los riñones se encargan de poner todo en orden, siempre y cuando no lo hagan en poco tiempo.

Lo que beben se integra a la sangre, y por eso ésta aumenta su volumen, y si toman más, sólo aumenta la cantidad de sangre circulante por los riñones.

“El riñón cuenta con un mecanismo muy fino de regulación de cuánta agua debe haber circulando en ese organismo; entonces, estas personas sólo orinan más y más seguido porque la velocidad con que el riñón filtra la sangre y genera orina aumenta”, explica Meléndez Mier.

“Los individuos sanos disponen de los mecanismos necesarios para eliminar el exceso de agua y mantener así su equilibrio hídrico; sin embargo, una toxicidad aguda del agua no es imposible, y de hecho puede darse tras un consumo rápido de grandes cantidades de fluidos que puedan exceder los máximos niveles de eliminación renal (entre 700 mililitros y 1 litro por hora)”, advierten los investigadores españoles en el citado artículo.

Por su parte, personas con problemas cardiovasculares, diabetes mal controlada, hipertensión o falla renal, por ningún motivo deben dejarse llevar por las recomendaciones publicitarias.

Al tomar más agua, un corazón sano se expande y contrae para enviar señales de cuánta agua está circulando en arterias y venas, y sabe que tiene que irla sacando hasta llegar a los valores en los que se estaba antes de tomarla; pero un corazón alterado puede no tolerar esa exigencia de trabajo provocando un “encharcamiento” del agua en los pulmones y entonces entrar en insuficiencia cardiaca, indica Meléndez Mier.

Si se es hipertenso y se bebe de más, el sodio que contiene toda agua es el que lo pone en riesgo, pues sube más la presión arterial y puede suceder un infarto en el corazón o el cerebro. Beber agua baja en sodio y sólo la necesaria es la recomendación para estas personas, señala Meléndez Mier.

Lo mismo para diabéticos con complicaciones derivadas de un mal control, pues pueden tener problemas en el corazón, las arterias o falla renal.

Las personas sanas, complementa el internista, no tienen por qué recurrir a bebidas deportivas (con electrolitos) si no hacen ningún tipo de ejercicio, pues tienen mayores concentraciones de potasio, sodio, fosfatos y calcio, y su riñón sano puede verse en problemas para lograr la regulación.