¿Donde están los muertos?

REYNOSA, México (AP)

El fuego de armas pesadas estremeció varios barrios durante horas y dejó vehículos perforados y quemados dispersos por esta ciudad de la frontera con Estados Unidos.

En las redes sociales se informó de decenas de muertos. Hubo al menos 12 corroborados por testigos.

Pero horas de intensas batallas en Reynosa el 10 de marzo generaron apenas dos muertos, según la cuenta oficial. Los empleados de las funerarias insisten en que la cifra real es de más de 35, probablemente más de 50. Pero cuando se les pregunta dónde están esos cadáveres, esquivan la mirada y cambian de posición en sus asientos.

Los miembros de los carteles, señalan, están llevándose los cadáveres y enterrándolos.

“Físicamente, no hay cuerpos”, declaró Ramón Martínez, director de Funerales San José, en Reynosa, quien calcula que en total hubo entre 40 y 50. “Está muy delicado”.

Si lo que ocurre en Reynosa es un ejemplo, ni siquiera el gobierno sabe cuánta gente está muriendo en episodios relacionados con la violencia del narcotráfico. El gobierno de Felipe Calderón dejó de llevar la cuenta en septiembre del 2011. Desde que su sucesor Enrique Peña Nieto asumió el 1ro de diciembre del 2012, el gobierno ha suministrado estadísticas mensuales y ha dicho que las matanzas de enero fueron ligeramente inferiores a las del mismo mes en el 2012, y que el total de muertos de febrero fue el más bajo en 40 meses, sin dar cifras para los otros 39 meses.

Mientras tanto, circulan informes de numerosas balaceras en todo el país, desde pueblos aislados del estado de Sinaloa, en el oeste, hasta ciudades grandes del estado fronterizo de Coahuila o en el estado de México, en el centro del país, con decenas de supuestos muertos, según la prensa y las redes sociales. Pero no hay información oficial de esos episodios. El diario Reforma lleva su propia cuenta, según la cual hubo más muertes en los primeros 100 días del gobierno de Peña Nieto que en los primeros 100 de Calderón, quien libró una feroz guerra contra el crimen organizado en sus seis años de gobierno.

El director de la funeraria dijo que su compañía acostumbraba a recoger los cadáveres de víctimas de tiroteos y llevarlos a la morgue de la ciudad. Pero dejó de hacerlo hace un año y medio, cuando los gerentes comenzaron a resistirse y abrió otra funeraria que se dedicó a esa actividad. Dijo que no siguieron porque a menudo no cobraban por sus servicios, añadiendo que “aquí vivimos con miedo”.

Su empresa sigue transportando cadáveres a la morgue, “pero no este tipo de gente” que murió en tiroteos, señaló.

Un empleado de otra funeraria, que también prefirió no dar su nombre por cuestiones de seguridad, dijo que antes iban a las escenas de tiroteos para transportar cadáveres a la morque, pero que ahora no se molestan, porque ya se llevaron otros los cadáveres o los tienen las autoridades.

“La gente dice que había muchos (cadáveres), pero ¿dónde están?”, manifestó.

Sus competidores sostienen que Martínez, de Funerales San José, sabe la respuesta. Usando uniformes y vehículos sin identificación, sus empleados recogen los cuerpos antes que nadie, aseguran.

Un competidor dijo que Martínez crema a los pistoleros que recoge. Martínez sostuvo que eso es ridículo y opinó que los carteles entierran sus propios muertos.

Martínez dijo que desde la balacera del domingo, al menos 10 personas habían venido en busca de seres queridos. Se negó a dar información sobre esas personas, diciendo que era algo “confidencial”.

Esa tarde, el 14 de marzo, a pocos kilómetros, en Miguel Hidalgo, una de las principales arterias de Reynosa, el tráfico se movía lentamente por el centro, donde los cuatro carriles corren junto a un canal. Un Jeep Grand Cherokee plateado estaba estacionado en una esquina. Un joven con jeans y camiseta se plantó frente al tráfico, blandiendo un arma. Portaba un rifle de asalto estilo AK-47, con su típico cargador redondo. Del Jeep salieron más hombres armados que avanzaron junto a un edificio donde esperaban más individuos armados todavía. El Jeep y una gran pickup gris retrocedieron por un momento y desaparecieron rápidamente por una calle lateral.

En las horas siguientes, los portales de la web informaron de tiroteos y publicaron fotos de vehículos rociados de balas. Al día siguiente, el estado anunció que los pistoleros se habían tiroteado con soldados y la policía estatal en varios puntos de la ciudad.

Oficialmente, un pistolero murió.