El derecho a casarse

Reflexiones

La Raza del Noroeste

“Los homosexuales no deben de poder casarse.”

Usted puede o no estar de acuerdo con esa declaración. Su decisión puede ser basada por su sentido de moralidad, ética y hasta religiosa.

Está en su derecho en tener una opinión propia.

Pero una cosa es opinar sobre los derechos de otros y otra muy distinta es lo que el gobierno diga sobre este mismo tema.

En la primera oración cambie la palabra “homosexuales” por otra cosa. Ponga hispanos ó inmigrantes y verá que la cosa cambia.

En esencia, el gobierno de los Estados Unidos ha debatido si se debe dar el derecho a homosexuales a poder casarse, y aquí está el problema. El gobierno, se supone, debe de tratar a todos sus habitantes de la misma manera. Al limitar los derechos de un grupo está fallando con este objetivo.

La moralidad de ser homosexual es otro debate más intenso y más emotivo. En esta columna, sólo estoy hablando de que el gobierno no debe de limitar los derechos a un grupo de sus habitantes. Yo no quiero que el gobierno diga que no pueda hacer algo simplemente porque soy inmigrante e hispano porque un grupo diga que debí de haberme quedado en México.

En cuestión religiosa, como católico me han enseñado a odiar el pecado, no al pecador.

Esta semana la comunidad gay ganó una batalla legal que lleva años peleando y ahora se están preparando para seguir luchando en otros estados. A los inmigrantes les afecta porque el Senado y la Casa de Representantes están en su propia lucha política para una reforma de inmigración y el tema de inmigrantes homosexuales era uno de los temas delicados.

Habrá mucha discusión de como esta decisión afectará a la sociedad en general y como va a contribuir al declive de la sociedad. Mientras otros dirán que nada va a pasar, todos los matrimonios seguirán igual pero se ha avanzado en el tema de igualdad.

Y mientras este debate parece haber terminado, la semana entrante tendremos otro: el de inmigración.

– Alejandro Domínguez