Enseñar a ser padres

Esther Cepeda

Columnista

Si en la actualidad hay un grupo en nuestra sociedad responsable por el bienestar de nuestra nación, a quien no se le pide demasiadas cuentas, es el grupo de los padres.

Sí, ser padres no es tarea fácil –para los que realmente se esfuerzan en serlo. Es decir, los que piden ayuda o leen devotamente libros para padres y nunca dejan de educarse a sí mismos, envejeciendo con libros de auto-ayuda como “Cómo hablar a los adolescentes para que éstos escuchen y cómo escuchar para que éstos hablen” y “Cómo querer realmente a su hijo adulto: crear una relación saludable en un mundo cambiante”.

El resto, bueno, no temo decir que son haraganes.

¿Qué otra cosa puede concluir una persona de los constantes titulares que pregonan a los cuatro vientos la conducta egoísta, irresponsable e indisciplinada de los padres? Y no estoy hablando de los realmente monstruosos, que aparecen en el noticiero de las 6 de la tarde por haber abusado o descuidado tremendamente a sus hijos.

Algunos ejemplos: Las tasas de cáncer de piel se están elevando hasta el cielo –la incidencia del melanoma aumentó ocho veces en las jóvenes de entre 18 y 39 años.

Sin embargo, una mujer de New Jersey conocida ahora como la “Mamá bronceadora” fue arrestada la semana pasada, después de presuntamente haber llevado a su hija de 5 años a un salón de bronceado. Se declaró inocente –echando la culpa de las quemaduras de la niña al sol– y comentó lo siguiente sobre la parodia de ella que salió al aire en el programa “Saturday Night Live” del fin de semana pasado: “Estuvo bien hecho. … Todo fue para morirse de risa”.

Entre otros padres despistados están los que requieren que la legislación de su estado les impida fumar en el auto con sus hijos y los que utilizan la humillación pública para mantener a sus hijos a raya. Y vienen a la mente: el padre que disparó la computadora portátil de su hija, y la pareja de Illinois que obligó, a su hija de 8 años, a llevar un cartel colgado, fuera de su escuela, que decía: “Me gusta robar a los demás y mentir al respecto”, después de que la encontraran llevándose cosas de otros niños.

Algunos padres carecen tristemente de información y otros son deliberadamente ignorantes. Tenemos una debilitante epidemia de obesidad, que amenaza a nuestros hijos quienes, según se informó recientemente, no responden a las técnicas de tratamiento de la diabetes Tipo 2 tan bien como los adultos.

Y sin embargo, los padres están aterrorizados por los diminutos rastros de arsénico en el jugo de manzana y por los sustitutos de azúcar en las bebidas de dieta, en lugar de preocuparse del elevado contenido calórico presente en casi todas las bebidas. Supongo que el miedo a los productos químicos supera al creciente número de niños que deben someterse a operaciones arriesgadas para extraer sus dientes, debido al consumo excesivo de bebidas azucaradas, que se los pudren antes de que terminen el pre-escolar.

Sólo hay una buena manera de acabar con una crianza inadecuada, pero puesto que “la reforma para padres” nunca tendrá lugar como “la reforma educativa” ha tenido, debemos comenzar a moldear a los futuros padres mientras son jóvenes.

Hoy en día, estudiantes selectos de unas pocas secundarias pueden jugar a “mamá” y “papá” con bebés robóticos “RealCare”, que chillan y se mojan, como parte de unidades de desarrollo infantil, pero eso es demasiado tarde. Debemos deslizar ejemplos concretos de lo que es ser buenos padres en los programas regulares de Lenguaje, Salubridad y Matemáticas para estudiantes de escuela primaria.

Si pudiéramos hacer sólo eso, la sociedad estaría sólo a una generación de distancia de un grupo de graduados de la secundaria con conocimientos básicos sobre el cuidado y la alimentación de los niños –y mucho más cerca de reducir muchos de los problemas que los estudiantes traen a la clase de su casa.