La familia llora la muerte de un adolescente; los vecinos de Jackson Park temen más violencia

César Sánchez, 17, fue a pasar la noche a casa de un amigo en Everett, dijo su madre. A primera hora del domingo fue asesinado a tiros.

César Sánchez era muy cariñoso, dijo su madre.

“Siempre me abrazaba, me besaba y me decía: ‘Te quiero, mamá,’” recordó Clementina Rubio Ruiz, en una entrevista en español. “Siempre me decía: ‘Mamá no te preocupes. Te tengo a ti y tú me tienes a mí’”.

La semana pasada, Sánchez había empezado un nuevo trabajo, en el que ganaba un dólar por hora más que antes.

“Va a ser buenoporque quiero ayudar a mi familia, quiero ayudarte a ti mamá”, recordó Rubio Ruiz que le dijo su hijo.

Sánchez, de 17 años, se había mudado recientemente de Everett a Marysville. Él fue el adolescente muerto en un tiroteo el pasado fin de semana en el parque Henry M. Jackson. El viernes por la tarde, la Oficina del Médico Forense del Condado de Snohomish dio a conocer su identidad y confirmó que se trataba de un homicidio. Los detectives creían que Sánchez y el tirador o tiradores se conocían, pero la policía no ha revelado ninguna otra información sobre la relación.

Según la policía, los testigos oyeron “varios disparos y vieron como varios vehículos huyeron del lugar antes de la llegada de la policía”. Los agentes encontraron al adolescente con heridas de bala en la zona cubierta del parque. Fue declarado muerto en el lugar de los hechos.

La policía no ha facilitado ninguna información sobre un posible motivo o una descripción de los sospechosos.

Sánchez había solicitado obtener su título de bachillerato por Internet para poder trabajar a tiempo completo y ayudar a su madre, que llevaba tres meses sin trabajo. Luego, planeaba estudiar en Sno-Isle Tech Skills Center y convertirse en electricista.

El Black Friday, dos días antes del tiroteo, Sánchez volvió a casa del trabajo y encontró a su madre colgando adornos navideños.

“Mamá, ¿cuánto dinero quieres para comprar más luces?”. preguntó Sánchez.

“Lo que quieras darme, hijo”, dijo Rubio Ruiz.

“Ok, mañana te daré $100,” prometió Sánchez.

La última vez que hablaron, el sábado, le dijo que iba a pasar la noche en Everett en casa de un amigo que lo llevaría al trabajo el día siguiente. Le dijo que se cuidara y se despidieron con un ‘te quiero.’

‘Me preocupo’

Estaba especialmente nublado a las 2:30 a.m. del domingo, pero el suelo helado aún era visible desde el primer piso del complejo de apartamentos Riverdale, con vistas a Jackson Park.

Gabriel McCollum oyó los rápidos disparos.

“Fue estremecedor, muy fuerte”, dijo. “Me pone un poco nervioso. Sólo tengo 20 años”.

El martes por la tarde, McCollum y Esther Key bajaban su colchón por las escaleras. La pareja lleva tres años viviendo en su apartamento. Se mudan por motivos económicos, pero la falta de seguridad les preocupa. McCollum suspiró.

“Me alegro de que salgamos a tiempo”, dijo.

Al igual que en varios otros tiroteos mortales ocurridos en Everett el año pasado, la violencia armada traumatizó al vecindario. Según un estudio de 2015 publicado por el Journal of Hurban Health, el trauma que sufren los vecinos de asesinatos relacionados con la violencia de pandillas puede producir síntomas emocionales y físicos parecidos a los que se sufre en una guerra. Se produce el dolor de la pérdida, así como “los sentimientos de impotencia para evitar el próximo asesinato, el trauma secundario y la incertidumbre (y la incapacidad de controlar) cuándo volverá a producirse una violencia de este tipo”.

Muchos vecinos disfrutan paseando a sus mascotas por Jackson Park, como Gery y Kerry Moreland. Van al parque con su perro Larry durante el día, pero no dejan que su nieto de 8 años juegue allí. Kerry Moreland opina que la ciudad podría hacer más.

“El Ayuntamiento ha dejado de lado al barrio. No hacen lo suficiente para ayudar”, afirma. “Estamos empezando a llegar a un punto en el que pensamos: ‘Quizá nos mudemos’. Tenemos que cuidar de nuestro nieto, que duerme en la trastienda. ¿Y si hubiera un tiroteo apuntando a la casa? Podría pasar algo”.

La familia durmió durante los disparos, pero vio un vídeo en las redes sociales.

En los últimos cinco años, cientos de nuevos apartamentos se han construído alrededor del parque, que lleva el nombre del antiguo senador de Everett, que vivía al otro lado de Broadway.

Rob Simonds y su caniche blanco viven en el barrio desde hace una década. Simonds supuso que el tiroteo estaba relacionado con las pandillas por las señales que había en un muro adyacente al parque y que desde entonces han sido tapadas.

“Me preocupa que esto vaya a más”, dijo Simonds.

Incluso así, no piensa mudarse, añadió.

Una pareja que vive en los apartamentos Riverview, al norte del parque, pidió permanecer en el anonimato. Estaban viendo un programa llamado “King the Land” cuando oyeron cuatro disparos.

Pensando que eran fuegos artificiales, se asomaron a la ventana. La mujer vió unas seis personas “corriendo y disparando.” Se quedó atónita y llamo a 911.

Everett ha sido testigo de 10 tiroteos mortales desde el comienzo de 2023, según la polícia. En tres de ellos, la persona asesinada era un adolescente.

“Donde ocurren las cosas”

Paseando por la calle 18, se pueden oir a los vecinos hablando de preocupaciones parecidas. Es una zona asequible, con muchas familias y problemas de seguridad relacionados con las drogas, las bandas y las personas sin techo.

La familia de Christa Johnson vive en los apartamentos Riverdale, al sur del parque, desde febrero de 2020. El martes por la mañana, Johnson charlaba con sus vecinos junto a dos bancos de picnic, algunas plantas y muchos juguetes infantiles. Describió una comunidad muy unida que hace barbacoas juntos. Durante mucho tiempo, consideró que el parque era una ventaja.

“Al principio, vivir junto a un parque era algo increíble que me hacía muy feliz porque tengo hijos”, dijo Johnson. “Ahora me parece más bien algo negativo porque allí es donde ocurren las cosas.”

Johnson oye a menudo peleas en el parque, a pesar de las frecuentes patrullas policiales. Aunque éstas ocurren sobre todo por la noche, en septiembre oyó un disparo durante el día.

Cree que los problemas de seguridad están erosionando el barrio, y muchas personas que conoce se han mudado el año pasado. Johnson, que creció en East Oakland (California), no estaba preocupada por la seguridad de sus hijos al principio.

“Tengo que enseñarles rápidamente a mis hijos a desenvolverse en la calle, porque de repente necesitan saber como, cosa que no necesitaban”, afirma.

El alquiler mensual de $1.695 dólares de los Johnson, que no ha subido desde la mudanza, les mantiene aquí. Al día siguiente del tiroteo, Johnson recibió un aviso de sus caseros de que tendría que empezar a pagar una tasa mensual por la basura y el agua.

Johnson y su vecino, David Santos, solían desear que más familias con niños se mudaran a la zona. Ahora, quiere advertirles.

Santos está buscando un nuevo hogar. “Esto es definitivamente el empujón,” dijo.

Fue aterrador

En una reunión del Consejo Municipal el miércoles por la noche, la alcaldesa Cassie Franklin dijo que ella también fue despertada por “rondas y rondas de municiones” el domingo temprano. “Y fue aterrador”.

Explicó cómo la policía ha estado trabajando para contrarrestar la violencia armada:

– Dotando de personal del departamento de policía, incluida la Unidad de Delitos Violentos.

– Colaborando con la Oficina Federal de Asistencia a la Justicia para revisar las prácticas de la ciudad y proponer un plan para hacer frente a los delitos violentos.

– Creando un nuevo programa de prevención de la violencia, aún en fase de elaboración, así como campañas educativas.

– Organizando intercambios de armas por tarjetas regalo que han “sacado de nuestra ciudad centenares de arms no deseadas”

– Colaborando con los parques de la ciudad y la policía para “determinar la mejor manera de patrullar de forma proactiva y proporcionar medidas de seguridad en todos nuestros parques.”

Este año ha sido uno de los peores de Everett en cuanto a violencia juvenil.

“Lamentablemente, este no es el primer adolescente que hemos perdido por la violencia armada”, dijo Franklin. “Todavía estamos de luto por otros dos de principios de año”.

El 8 de septiembre, Bryan Tamayo-Franco estaba esperando en una parada de autobús escolar en el bloque 7700 de Hardeson Road, según documentos judiciales. Las imágenes de vigilancia mostraban un Kia negro que reducía la velocidad. Alguien abrió fuego desde el coche.

Tamayo-Franco recibió 14 disparos, según los documentos de acusación. Murió ese mismo día en el Providence Regional Medical Center Everett. Tenía 15 años. Acababa de empezar las clases en Kamiak High School.

Ese mismo mes, la fiscalía acusó a dos jóvenes de asesinato premeditado en primer grado. Los investigadores alegan que la pareja planeó matarlo como venganza en una larga disputa entre bandas, según los cargos.

El 13 de octubre, Isaac Aney conducía un Acura por el bloque 1200 de East Casino Road, a unos 1.000 pies del instituto Cascade, con otros tres pasajeros.

El grupo vio a un adolescente, de 18 años, caminando por la acera, dijeron los testigos a los detectives. Después de conducir más allá de él, Aney hizo un giro en U de nuevo hacia el adolescente, escribieron los fiscales. Cuando el coche giró, el adolescente empezó a disparar.

Aney murió en el acto. También tenía 18 años.

El 3 de noviembre, la fiscalía acusó al presunto autor de los disparos de asesinato en segundo grado. Los investigadores escribieron que era un antiguo amigo del grupo, pero su relación había derivado recientemente en un “conflicto volátil.”

En una recaudación de fondos en línea para Aney , su madre escribió que llevaba la “sonrisa más grande en su cara.” Hasta el miércoles, la familia había recaudado más de 10.000 dólares.

La madre de Sánchez también inició una recaudación de fondos en Internet para cubrir los gastos del funeral. Escribió que no sólo había perdido a un hijo, sino a un gran apoyo.

“Mi hijo era joven y tenía toda una vida por delante”, escribió en español. “Soy madre soltera y uno de mis grandes apoyos se fue de una manera que a nadie deseo que pase.”

Hasta el miércoles por la noche, la recaudación había superado los $9,000.

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