La guerra contra las mujeres

Esther Cepeda

Columnista

Todos están hablando de la “guerra contra las mujeres” que están librando los republicanos. Pero mientras las organizaciones feministas de todo el país están que hierven por el hecho de que ciertos hombres poderosos traten, como dicen ellas, de “ponerlas en su lugar”, pocas mujeres parecen interesadas en hablar sobre la guerra contra las mujeres, que está siendo perpetrada por las mismas mujeres.

Innumerables libros, artículos de revistas, películas y programas de TV presentan a las mujeres como uno de “los muchachos”, felices de hablar de su cuerpo, de sus exacerbadas libidos y de sus vacíos deseos en la forma más baja posible.

La gente que crea, pinta o explota de alguna manera este nuevo arquetipo femenino para provecho económico —y, por supuesto, las mujeres que adoptan esas imágenes sumamente distorsionadas— son cómplices en proyectar un nuevo ideal femenino de mujeres que no sólo están dispuestas a hablar sucio, sino a soltar un humor escatológico y mostrarse sexys al mismo tiempo.

Está bien, algunos lectores masculinos podrían cuestionar cuán atractivas se veían las actrices de “Bridesmaids”, mientras sufrían los efectos de un brote explosivo de envenenamiento por alimentos sobre sus magníficos vestidos, pero entienden lo que digo. A propósito, ese film es un perfecto ejemplo de la variante joven, libertina y ordinaria del uso de palabrotas de marinero en forma sexy —la película gustó tanto a hombres y mujeres, que recaudó 300 millones de dólares de taquilla.

La crítica de cine del Washington Post, Ann Hornaday, recientemente se quejó de la nueva preponderancia generalizada de bromas sobre los genitales femeninos en referencia a la nueva película “Friends with kids”, que cae en una categoría compuesta de mujeres supuestamente más maduras, que se comportan lascivamente. Hornaday se preguntaba si la “bomba-V” se estaba convirtiendo en la nueva “bomba-F”, y denunciaba como “lamentable” esta tendencia odiosa, que “ha convertido las partes más privadas de las mujeres en el gag favorito de turno”.

El New York Times describiendo el fenómeno expresó: “estas menciones se han vuelto de rigor en cierto tipo de entretenimiento dirigido principalmente a las mujeres, muestras de progresismo que a menudo sirven sólo para ocultar los temas retrógrados que acechan detrás de ellos”.

La loba sexualmente liberada con escaso vestido de oveja parece estar por todas partes en diversos grados de comedia y seriedad total. Se puede culpar a los hombres —como todos lo hacen siempre— por pedir esas imágenes, pero es cada vez más frecuente que las mujeres llevan la batuta.

Por ejemplo, “Girls”, la serie de HBO que pronto saldrá al aire, creada por mujeres jóvenes, ha sido descrita como una versión post-universitaria de “Sex and the City”. No va a ser un imán para hombres —no más, de todas formas, que la serie interminable de programas “realidad” que entretienen a un público mayormente femenino, con relaciones disfuncionales, excesos materiales e imágenes corporales distorsionadas.

Seguro, las mujeres pueden escoger enojarse cada vez que un hombre conocido implica que sus derechos reproductivos están supeditados, de alguna manera, a sus elecciones sexuales personales. Pero no sin admitir que las mujeres aprueban una cierta tendencia de la sociedad al prestar dinero, tiempo y atención a innumerables entretenimientos que alimentan las opiniones degradantes de los hombres sobre ellas.

Las mujeres pueden escoger simplemente evitar, en todo lo posible, la serie constante de medios que degradan a la mujer —aunque es difícil, considerando que siempre habrá una fila en la caja de un supermercado llena de titulares en revistas vulgares para aprender “atrevidas” movidas sexuales, empaquetadas como “moda”.