No hay que esperar menos de estudiantes y profesores de minorías

Por Esther Cepeda,

The Washington Post

CHICAGO – La semana pasada, un juez federal falló que uno de los cuatro exámenes para habilitar a maestros en el estado de Nueva York no discrimina contra minorías.

La jueza Kimba M. Wood falló que el estado y la empresa que ayudó a crear el examen, Pearson, aseguraron que el examen Academy Literacy Skills Test (ALST) “representa el contenido del trabajo de un maestro en una escuela pública de Nueva York.” En verdad el ALST es riguroso—requiere la lectura de textos complejos informativos y narrativos para demostrar, por medio de respuestas de selección múltiple y redacción, “la capacidad de determinar lo que un texto expresa explícitamente y de realizar inferencias lógicas coherentemente y [llegar a] conclusiones sobre la base de pruebas halladas en el texto.” El material de lectura es difícil, pero no es imposible para graduados universitarios.

Entre las preguntas de ejemplo proporcionadas en la amplia guía de aprendizaje en línea se encuentran textos como el siguiente: “¿Debe el Congreso reevaluar el Estándar de Combustibles Renovables en la Ley de Seguridad e Independencia Energética?” y “La Edad de lo Impensable: Por qué el desorden del nuevo mundo nos sorprende constantemente y lo que podemos hacer al respecto.” Los estándares de desempeño que evalúan son básicos—son muy parecidos a los de lectura de Jardín de Infantes al 12º grado bajo las antiguas directrices programáticas y, sin duda reflejan los estándares de aprendizaje del Common Core, que ponen un gran acento en la lectura.

Es razonable esperar que los que tienen la tarea de enseñar a los alumnos a leer, a realizar inferencias lógicas y después a escribir lo que han absorbido puedan demostrar esas mismas destrezas en su propio desempeño como graduados universitarios.

Obviamente uno espera también que un maestro tenga una sólida base en el área de su materia, tenga una profunda comprensión de las necesidades especiales de las diversas poblaciones de estudiantes y pueda mejorar el desempeño de los alumnos (ése es el contenido de los otros tres exámenes para obtener la licencia pedagógica en Nueva York.)

Pero ser capaz de leer un texto determinado y demostrar su comprensión es indudablemente fundamental.

Sin embargo, mucha gente insiste en que los exámenes de licencia discriminan contra las minorías, simplemente porque tasas menores de esos grupos los pasan. Para ilustrar, el New York Times recientemente reportó que el conocido educador de matemática y ciencias, Alfred S. Posamentier “no consideró que el examen fuera un gran indicador de quién será un buen maestro y que los miembros hispanos de su plantel de profesores en particular dijeron que pensaban que el examen era discriminatorio.” Los estudiantes de Mercy College, en el cual él se desempeñó recientemente como decano, pasaron el examen a una tasa menor que el promedio del estado.

Posamentier dijo que aunque era importante ser un comunicador claro e instruido, “el ALST mide cuán elocuente es una persona en la lengua inglesa. La pregunta es, ¿es ése uno de los criterios para determinar quién será un buen maestro?” dijo. “Yo creo que la respuesta es que no.” Conmocionada, contacté a Posamentier, que también fue decano del City College of New York. Me dijo que sus comentarios fueron interpretados incorrectamente.

“Si está procurando asegurar que la profesión docente esté compuesta de individuos apropiadamente instruidos, que puedan leer y escribir bien, debe haber un examen que lo haga—pero que no perjudique a individuos que no piensen científicamente,” dijo Posamentier, señalando que las preguntas de ejemplo que había visto eran de naturaleza demasiado técnica para gente cuyas concentraciones no habían sido matemáticas o ciencias. “Hay que definir qué tipo de comprensión de textos se espera de los maestros, y después crear un examen que coincida con ese nivel de comprensión—eso es independientemente de su raza o de su lenguaje.”

Lo cual es muy diferente de decir que la capacidad de usar la lengua clara y eficazmente no es estrictamente esencial para estar habilitado para enseñar en un aula.

La verdad es que los niños negros e hispanos del país reciben instrucción de maestros de menos experiencia y peor pagados en cifras desproporcionadas, y que las investigaciones demostraron que los maestros blancos, que componen el 80 por ciento del cuerpo docente, tienen menos expectativas cuando se trata de estudiantes negros e hispanos.

Bajo ninguna circunstancia debemos esperar menos de los estudiantes de minorías (BASTARDILLAS)ni(TERM. BAST.) de los maestros de minorías.

Si buscamos bajar el estándar por la percepción de que los exámenes para otorgar la licencia pedagógica son “demasiado difíciles” para los maestros pertenecientes a minorías, continuaremos proporcionando una educación separada y desigual a las minorías de este país. En lugar de alterarse por la dificultad de las minorías en pasar exámenes difíciles, debemos concentrarnos en tener la expectativa—y en ayudarlos—a alcanzar logros académicos a la par de los de los blancos.