Por la puerta trasera

Reflexiones

La Raza del Noroeste

El escándalo ha sido el motivo de la triste salida de un hombre acusado varias veces de abusar del poder; con esto nos referimos al ejecutivo del condado de Snohomish, Aaron Reardon.

Durante algún tiempo, nuestra publicación hermana, The Everett Herald, ha publicado noticias e investigaciones sobre acusaciones al político, quien en palabras del Consejo de la ciudad [“]ha traído enorme vergüenza[”].

De acuerdo con las acusaciones, los empleados del ejecutivo estaban vigilando a sus rivales políticos, y pidiendo documentos públicos bajo un nombre ficticio.

Hace algunos meses, el ejecutivo había sido investigado por usar dinero del gobierno en asuntos personales que involucraban una relacion extramarital con una trabajadora social del condado; las acusaciones en ese instante fueron desestimadas por no tener evidencia suficiente.

Negando dar declaraciones a la prensa, Reardon tomó la decisión de renunciar a tempranas horas del jueves.

Lo que está sucediendo en el caso Reardon se puede ver de dos maneras; primero, los políticos estadounidenses que tienen mala conducta en un cargo público no pueden correr a refugiarse tan fácilmente para no dar la cara, como muchas veces vemos con políticos en nuestros países.

Otro ejemplo es el caso del representante de Chicago, Jesse Jackson Jr., quien podría ir a la cárcel por utilizar en gastos personales dinero que fue donado para su campaña.

La segunda, si se deja de practicar el periodismo investigativo ¿quien mantendrá a los políticos responsables de sus actos? El público no tiene el mismo acceso a la información y a los políticos que la prensa tiene. Investigar la verdad, mantenerse independiente, hacer la información pública, y dejar que el lector tome la decisión, es el trabajo del periodista, y se debe desempeñar sin miedo a represalias.

El ejecutivo podrá mantenerse callado, pero llegará el momento en que tenga que enfrentar su responsabilidad en este escándalo que ha empañado a toda una comunidad.