Testimonios de horror

(AP)

El soldado acusado de matar a 16 civiles afganos vio mientras niño tras niño describía los baños de sangre en que dejaron a sus padres y otros familiares muertos. Cualquier sentimiento que el Sargento Robert Bales estaba sintiendo, lo mantuvo escondido tras un rostro calmado.

Tres sesiones de testimonio concluyeron el domingo por la noche, en las audiencias preliminares, que incluyeron participación de testimonios por video desde Afganistán. Luego de la audiencia en la base conjunta Lewis-McChord al Sur de Tacoma. El oficial investigador decidirá si Bales será juzgado en la corte marcial; él podría ser sentenciado a muerte si es hallado culpable.

Los testigos eran tan jóvenes como la pequeña Robina de 7 años, quien utilizó un velo rojo. Ella describió como se escondió tras su padre cuando el tirador llegó a su pueblo de noche, como ese extraño disparó, y como murió su padre, maldiciendo el dolor y la ira.

“Estaba parada detrás de mi padre”,testificó ella. “Él le disparó a mi padre”.

Una de las balas alcanzó su pierna, pero ella no se dio cuenta de inmediato.

Los fiscales dijeron que Bales se escapó de su base para atacar dos pueblos en la provincia de Kandahar, matando a 16 civiles, incluyendo nueve niños. Los asesinatos causaron tanta ira y protesta que los Estados Unidos tuvo que ponerle un alto a las operaciones en Afganistán, y pasaron tres semanas antes que los investigadores

estadounidenses pudieron llegar hasta las escenas del crimen.

Un oficial de Kandahar testificó el domingo por la noche que los residentes del pueblo también sacaron su enojo contra la policía de Afganistán.

El Comandante Khudai Dad, jefe de técnicas criminales con la Policía Uniformada Afgana, dijo que cuando llegó a uno de los pueblos, la mañanasiguiente, después del ataque, las mujeres le pegaron con zapatos, un insulto grave en los países islámicos.

Las historias contadas por los residentes del pueblo han sido horrendas. Ellas describen cuerpos en llamas, un hijo encontrando a su padre herido, y niños escondiéndose detrás de las cortinas mientras gritaban, “¡Somos niños! ¡Somos niños!”

Bales, de 39 años, nativo de Ohio y padre de dos niños de Lake Tapps, Washington, no se ha declarado culpable ni inocente. Sus abogados no han discutido las evidencias, pero han dicho que Bales padece de stress pos-traumático y recibió una lesión de conmoción en la cabeza mientras estaba en Irak.