Un Sueño de Igualdad

Reflexiones

La Raza del Noroese

Todos emigramos a los Estados Unidos por diversas razones, pero lo que muchos si compartimos es la búsqueda del tan codiciado sueño americano.

Para cada persona, ese sueño es diferente. Algunas personas alcanzan ese sueño cuando compran su primera casa, su primer auto del año o una cifra significativa en el banco. Otros ven sus sueños realizados en el progreso de sus carreras o cuando sus hijos se gradúan de la universidad.

Pero para otras personas, como es el caso de la pareja de nuestra historia principal, es llegar a tener los mismos derechos que otras personas.

¿Y por qué no?

El querer tener una relación con una persona del mismo sexo, no es un crimen, no es una ofensa. En cambio el robar, el matar, si lo es.

Vivimos en una sociedad donde la discriminación por el idioma, el color de la piel, la preferencia sexual, la religión y hasta el estatus migratorio, existe.

Nada de ello es un crimen, pero muchas veces leemos historias sobre perfiles raciales, policías que arrestan a personas basadas en su color de piel, con la presunción que el color de piel iguala a un criminal. No es justo, pero es lo que se vive.

Lo mismo ocurre con la homofobia. No tenemos que aceptar el estilo de vida de una persona, pero si debemos respetarla y concederle los mismos derechos que cualquier ciudadano tiene dentro del país. Es interesante lo que dijo Marta Zúñiga, “No estamos buscando que se nos tolere, estamos buscando el derecho de igualdad”.

El Distrito Federal de México, aprobó el matrimonio gay en el 2009, un lugar donde muchas personas dicen hay poca tolerancia para las personas gay.

En todo caso, la ideología de las personas no se pueden cambiar, todos vamos a creer en lo que queramos. Algunas iglesias se han pronunciado en contra de la ley, mientras ha habido pastores o curas que han dicho que esto no tiene nada que ver con la iglesia. Y esto es así. Ninguna iglesia tendrá la obligación de casar a una pareja del mismo sexo si no lo quiere hacer.

Las leyes no deben ser basadas en las ideologías, ni mucho menos en la religión, sino en la justicia.