Eric Stevick

The Herald Writer

Tom Miller nunca llegó a su trabajo el viernes.

Once de las 12 llantas en los tres carros de la familia amanecieron ponchadas. Él se pasó la mañana comprando nuevas para dos de los autos.

Los vándalos no solo escogieron a Miller. Él tuvo compañeros también.

Diecisiete de los 20 carros en su vecindario amanecieron con las llantas ponchadas por algo afilado.

El Departamento de Policía de Marysville recibió el reporte de las 132 llantas ponchadas, “pero sabemos que hay más…”, dijo el Comandante, Robb Lamoureux.

El viernes por la tarde las autoridades estaban estimando que eran alrededor de 160 vehículos los que amanecieron con las llantas ponchadas.

Las llamadas empezaron a entrar a las 5 a.m.

La primera llamada fue para reportar ruidos en la cochera del vecino.

Para algunas familias las consecuencias de estos actos pone presión sobre el presupuesto navideño.

“Nos ha puesto en aprietos”, dijo Miller. “No habrán regalos de navidad este año, pero sobreviviremos”.

Miller estima que cuando termine de reemplazar las llantas destruidas habrá gastado miles de dólares.

Miller no tiene otra opción que gastar ese dinero. Él necesita llegar al trabajo y su esposa usa el segundo auto para llevar a su hija de 13 años, con necesidades especiales, a sus citas.