HOGARES HISPANOS

ALEJANDRO DUNGLA

Para ella, la cocina es un espacio lleno de recuerdos, tradición en identidad. Se desenvuelve ahí de la manera más natural, ni siquiera siente las horas pasar.

Desde chiquita me gustó la cocina, gracias a mi abuelita que fue quien quiso que yo aprendiera.

Ella me invitaba a hacer tortillas y me compró un metate chiquito y así, jugando, fui aprendiendo, cuenta María Inés Dimas, cocinera de la Laguna, Michoacán.

Desde joven, María Inés iba y venía de su pueblo a la Ciudad de México. Hasta que encontró en esta caótica urbe el amor, se casó y se hizo de un trabajo como enfermera.

Eso sí, jamás perdió el fervor por su cocina, en los fogones de su casa se conservaban enseñanzas de su abuela.

“En el Distrito Federal comía tamales de harina, atole de zarzamora. hacía mi pozole y me las ingeniaba para comprar ingredientes aquí en La Merced. Mi mamá me mandaba pescado blanco y mis tamales. Nunca dejé de cocinar mi cocina de allá”, cuenta orgullosa.

Al jubilarse, decidio regresar a Santa Fe de la Laguna.

Mientras participaba con su comunidad en los trabajos de rstauración del oratorio de la iglesia, encantó con su sazón ysus platilos a funcionarios del gobierno michoacano presentes en la obra.

“El secretario de Turismo del Estado nos invitó a participar en el proyecto Conineras Tradicionales, éramos mujeres de Santa Fe. Nos llevamos el premio a la mejor corunda y después, a nivel nacional me llevé el tercer lugar en un concurso de pozole”, relata.

Para la cocinera purépecha, lo que la separa de un chef es que sus conocimientos fueron adquiridos desde niña, viendo e imitando, sin realmente tener conciencia del proceso de aprendizaje.

“El grupo Cocineras Tradicionales es importante porque permite que la mujer indígena se desenvuelva en otro medio, es importante porque hay un intercambio y damos a conocer nuestra cultura”, concluye María Inés.