¡Qué padres los de hoy!

Adolfo Córdova

Agencia Reforma

La modernidad, el intercambio de roles o el replantamiento de la familia tradicional ha propiciado el surgimiento de un nueva forma de ser papá y, por lo mismo, una nueva manera de asumir la masculinidad.

Una de las ventajas de que los padres estén más cercanos a sus hijos, no sólo como proveedores, es que, además de que comparten el cuidado de los hijos con sus mujeres, maduran y se sensibilizan.

Los nuevos padres dicen “un, dos, tres por mí y por mis hijos”. Juegan, corren, se arrastran, brincan, empujan el columpio, sostienen la bicicleta, ayudan con la tarea, lavan platos, cambian pañales, leen cuentos antes de dormir, abrazan, besan y dicen palabras dulces.

La llamada nueva masculinidad derrumba los códigos machistas imperantes para que surjan entornos y familias afectivas en donde los padres dejan de ser los “jefes” y se convierten en los “amigos”. “Cuando un niño vive con aceptación y amistad, aprende a encontrar el amor en el mundo. El papel del hombre afectuoso ha tomado más relevancia, pues se está experimentando un intercambio de roles y el hombre hace tareas que antes eran consideradas sólo de mujeres”, explica el pediatra Carlos Alberto Montoya, promotor del concepto “machos afectivos”.

En las parejas tradicionales el papá figura como el proveedor económico y el que impone las normas, mientras que la madre se encarga de la parte emocional y afectiva.

Sin embargo, en muchas familias modernas, continúa el especialista, tanto la mamá como el papá tienen una simetría en las funciones y ambos comparten la crianza.

“Ahora la tendencia es dirigirse hacia una nueva masculinidad, en la que sí se permite expresar los sentimientos y no se cree que por ‘abrir’ el corazón se es menos hombre”, dice Montoya.

Papás como Maurilio Suárez, profesionista y padre de dos hijos, no tienen miedo a decirlo.

“Les canto canciones, los llevo al parque, me tiro al piso a jugar con ellos, me disfrazo, invento historias, ser papá es lo más divertido que me ha pasado”.

Las muestras de afecto a través de palabras, gestos y acciones, logran generar relaciones de seguridad, confianza y respeto con los hijos, explica Mario Ortiz, miembro de la Asociación Psicoanalítica Mexicana.

La prohibición de llorar y expresar el afecto ha propiciado la aparición de varones prepotentes, autoritarios, egoístas, rígidos y hasta maltratadores.

Neil I. Bernstein, psicólogo clínico y experto en educación con adolescentes afirma en su libro Siempre contigo, en el que aborda los retos de la paternidad y cómo resolverlos, que tampoco es que haya que trabajar veinticuatro horas al día, todos los días de la semana, para ser mejor padre.

“Sólo se requiere un poco de trabajo suplementario y, lo más importante, los padres deben conocerse mejor a sí mismos, aceptar las propias limitaciones y encontrar el camino hacia una paternidad más consciente y responsable recordando que nunca es tarde para transformar la relación con los hijos”.