Pequeños atrevidos

Alberto Bortoni

Agencia Reforma

Hoy en día, en el mercado de los pequeños subcompactos por debajo de los 200 mil pesos las opciones son abundantes. Las opciones van desde pequeños autos utilitarios, en donde la economía es el factor principal hasta autos también pequeños pero que ofrecen grandes satisfacciones para sus conductores; autos como el Suzuki Swift y el pequeño Fiat 500.

Hay diferencias importantes entre estos dos modelos, pero también hay muchas semejanzas. El 500 es realmente un auto de diseñador; está inspirado en el pequeño Topolino, es un retro en todo el sentido de la palabra tanto en su silueta exterior como en su interior.

El Swift en contraste, es un vehículo moderno, que si bien la generación actual tiene ya algún tiempo en el mercado, gracias a actualizaciones cosméticas se sigue viendo moderna. Tiene también una diferencia importante sobre el 500 y es que se trata de un modelo con puertas para las plazas traseras.

Evidentemente en comodidad el Swift tiene un punto a favor y es que el acceso a la parte trasera del 500 es francamente incómodo.

Ya adentro hay espacio suficiente para un adulto, aunque con limitante en la estatura pues la inclinación del poste “C” reduce un poco el espacio disponible.

En donde sí sale ganando el 500 es en el espacio de cajuela, que aunque no pareciera mejor que el del Swift, lo hemos encontrado más práctico. En ambos casos, los asientos traseros pueden abatirse y se tiene espacio suficiente para que dos pasajeros lleven una buena cantidad de carga.

En equipamiento ambos modelos tienen lo necesario para una conducción segura y cómoda aunque es notorio que se han adaptado algunas cosas después de que apareció la generación.

Adaptaciones como el sistema de Bluetooth, que en el Fiat no reproduce audio y en ambos resulta un tanto retador de configurar.

Lo que ambos comparten es un buen manejo, pero lo hacen de diferente forma. El Swift pretende ser un auto moderno, y así se siente.

En la parte mecánica parecería tener una calibración más europea que japonesa, con una suspensión relativamente rígida, una palanca de transmisión precisa en sus movimientos y una dirección rápida.

El Fiat en cambio, tiene una conducción más singular. Sigue siendo bastante capaz, pero con inclinaciones un poco más marcadas, una palanca de transmisión más vaga pero de mejor sensación al tacto y una dirección que oculta un poco más el camino que el Swift.

En ninguno de los dos podemos quejarnos de querer ir más rápido de lo que podíamos ir. No decimos que sean rápidos, pero hay suficiente qué hacer detrás del volante a velocidades decentes que nunca se siente la necesidad de mayor velocidad.

Además de su diseño y buen manejo, el punto a favor que comparten ambos vehículos es su rendimiento de combustible; con ninguno de los dos se visita muy seguido la gasolinera y cuando se visita no se sufre mucho.

Los dos son una buena muestra que aun con poco dinero y motorizaciones pequeñas se puede tener un vehículo agradable a la pupila y de manejo divertido.