El vuelo de González Iñárritu

Mario Abner Colina

Agencia Reforma

Director, productor, escritor y editor, González Iñárritu (o G. Iñárritu, como decidió firmar su película ++Birdman++) está en los cuernos de la Luna a sus 51 años.

Debutó como cineasta en 2000 con “Amores perros”, juego narrativo fragmentario, ensamblado como rompecabezas con historias sobre la relación entre las personas y los perros.

Ha dirigido ocho cortometrajes y finalizado cuatro largos. Ha recibido 87 premios nacionales e internacionales (incluidos Arieles, Baftas, Globos de Oro, reconocimientos en Cannes y Venecia) y nominado a otros 81.

Si Guillermo del Toro es el creador de inagotables mundos fantásticos y Alfonso Cuarón el narrador que jamás deja de innovar técnicamente, González Iñárritu sería el explorador de personajes densos y maneras de contar originales.

Y, a decir de la crítica, Birdman, una reflexión sobre el ego de los actores y las bambalinas del teatro y el cine estadounidenses, es el mejor trabajo que ha hecho.

Porque, si en su obra anterior (Amores perros, 21 Gramos, Babel y Biutiful) se adentró en oscuros e intensos dramas sobre la complejidad del alma y sus fronteras morales y éticas, en “Birdman” volvió a nacer.

De hecho, previo a la construcción del filme, el usualmente impulsivo Alejandro se adentró en la meditación zen.

Presentada por primera vez en el Festival de Cine de Venecia, gustó por su ligereza, pero no falta de profundidad, por su desparpajo e irreverencia, por su hilaridad.

“Birdman contiene, al menos, una docena de los más electrizantes momentos que vio la pantalla este año: la levitación, la alucinación, el accidente, el puñetazo, la hija, la crítica, la ex esposa, la erección, el beso, el disparo, el final en Times Square.

La mayoría de las películas serían afortunadas de tener una sola escena tan indeleble como ésas. Francamente, es emocionante ver a Iñárritu de regreso de ese lúgubre lugar que engendró con 21 Gramos, Babel y Biutiful”, escribió Peter Debruge, crítico de cine internacional de la revista Variety.

Biografía

Hombre al que le gusta tener siempre todo bajo control, amante del balompié, el sushi y la sopa de papa, Alejandro González Iñárritu nació en agosto de 1963, en la colonia Narvarte de la Ciudad de México.

Hijo de Héctor González y Luz María Iñárritu, es el más joven de cinco hermanos, entre los que está Héctor González Iñárritu, director de Selecciones Nacionales de Futbol en México.

Su padre, fallecido hace un año y quien era un bien posicionado banquero, lo perdió todo con sus negocios cuando Alejandro era pequeño. En esa vida de esfuerzo vivió su adolescencia.

Cuando tenía 17 años huyó de casa con una mujer mayor y puso a las familias de ambos de cabeza. Entró en depresión y fue echado de la preparatoria por bajas calificaciones. Tomó una decisión inaudita: consiguió trabajo como marino en un navío mercante llamado Toluca.

La experiencia lo cambió, ha relatado. Viajó por dos años tocando puertos de África, Asia o Europa, aprendiendo de otras culturas, otras sensibilidades.

A su regreso a México, empezó la carrera de Comunicación, pero confirmó que las escuelas no eran los suyo. Odiaba que en la plantilla de maestros hubiera docentes sin experiencia práctica.

Mientras malabareaba sus estudios, se sumó en 1986 a las filas de la estación WFM. En apenas un año, se convirtió en su director musical.

Abandonó la Universidad Iberoamericana en 1988, cuando le faltaba dos semestres para titularse.

Decidió estudiar teatro con el Premio Nacional de Ciencias y Artes Ludwik Margules, y de actuación, con Judith Weston, reconocida docente estadounidense.

Veía películas de Jim Jarmusch, Wong Kar Wai, Lars von Trier, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, y leía a Jorge Luis Borges, William Shakespeare, William Faulkner.

–Todo eso fue crucial para mí, por lo menos para lo que tengo qué decir. Quien soy ahora es el resultado, la suma de todo, no hay nada en específico –opina, tras meditar por varios segundos qué lo llevó a dónde está.

Hace dos décadas, unió su vida a la de María Eladia Hagermann, editora y diseñadora gráfica. Tuvieron, en 1995, a María Eladia y, en 1997, a Eliseo.

En 1996, procrearon a Luciano, quien falleció a pocos días de nacido. La pérdida resonaría en la obsesión del director por la vida y la muerte.

Hizo una carrera como director de comerciales –para Televisa hizo casi un millar–, pero su primer trabajo fílmico fue el corto ++Detrás del dinero++, de 1995. Participaron el cantante Miguel Bosé y el actor mexicano Damián Alcázar.

Un punto de inflexión en su vida fue conocer a Guillermo Arriaga, su famoso ex colaborador, con quien construyó ++Amores perros++, retrato del DF violento. Lo realizó con su propia casa productora: Zeta Films.

En la empresa, se les unieron otros cómplices como el fotógrafo Rodrigo Prieto y el músico argentino Gustavo Santaolalla.

Sacudieron en 2000 la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes y fueron nominados al Óscar a mejor película extranjera, que, finalmente, se llevó ++El tigre y el dragón++, de Ang Lee.

Los apellidos González Iñárritu le dieron la vuelta al mundo. Las ofertas de trabajo internacionales llegaron. ¿Quién era este descarado mexicano de 37 años que retorcía tres narraciones y las hacía confluir en un accidente automovilístico?

Aprendió a exprimir al máximo a sus actores. Uno de sus pensamientos aún es: si el elenco no da una buena actuación, no es culpa de ellos, sino del director.

Adicto a los retos y enemigo del confort, debutó en 2003 en Hollywood con una cinta en inglés en la que dirigió a Sean Penn, Benicio del Toro y Naomi Watts: “21 Gramos”.

Tres años más tarde, presentó “Babel”, con Brad Pitt y Cate Blanchett, que grabó en tres continentes.

Por discusiones sobre la autoría de las películas, rompió relaciones con Arriaga, su escritor de cabecera. Entonces hizo equipo con los argentinos Nicolás Giacobone y Armando Bo para ++Biutiful++ (2010), con Javier Bardem como actor principal.

Hoy no puede imaginar qué habría sido de él de haberse dedicado a algo distinto que dirigir. Lo hace, incluso, cuando no se trata de películas, sino de spots publicitarios para Nike o BMW.

Peliculas a su cargo

De las cinco películas que ha dirigido González Iñárritu, tres (“Amores perros, Babel y Biutiful”) han tenido producción mexicana. Dos (“Amores perros y Biutiful”) tienen el español como idioma principal.

Por eso, González Iñárritu puede hablar ya, por ello, más del cine internacional que del mexicano.

Cha Cha Cha Films, la casa productora que fundó con Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro para apoyar talento nacional y latinoamericano, tuvo que desaparecer debido al poco tiempo libre de los tres.

Birdman causo furor

Conoce el furor que ha causado en el país el exitoso sendero de “Birdman”, pero, a pesar de que hizo esa película con mexicanos (Lubezki, el sonidista Martín Hernández y el jazzista Antonio Sánchez), desecha ese fácil recurso de ponerle la camiseta verde.

–Nuestros orígenes, raíz y cultura provienen de nuestro país, que tanto amamos. Pero esto (las nominaciones al Óscar) a México no sé de qué forma se le puede atribuir, porque no representamos a México, no son las Olimpiadas. Pero que seamos mexicanos nos hace sentir muy contentos y unidos. Es una celebración en ese sentido -responde, y, a su alrededor, se escuchan otras voces que le hablan. Quizá técnicos de “The Revenant” que le piden indicaciones.

Como entrevistado, González Iñárritu tiene una virtud: no rehúye a ninguna pregunta, no hay que tratarlo con tiento, como si fuera un campo minado. Siempre tiene una opinión.

–Tu mente está enfocada en el cine, pero ¿te informas de lo que está pasando a nivel social y político en México? –se le cuestiona.

–Me parece que la situación es gravísima. Nunca había estado tan preocupado por el país como estoy ahorita. El tema de la corrupción y el tema de la violencia y el tema de la seguridad no tienen precedentes. ¡Necesitan atención ya!

Nuevo Projecto

‘The Revenant’, su actual proyecto, se estrenará el 25 de diciembre en Estados Unidos, con miras a hacer ruido para la temporada de premios de 2016.