Por qué queremos un debate hispano

Jorge Ramos

Columnista

Ahora que las convenciones políticas han concluido, la mayoría de las encuestas hablan de un empate técnico entre el presidente Barack Obama y el candidato Republicano, Mitt Romney, y ahora todo apunta hacia los debates presidenciales. Serán cruciales. Pero no empezamos bien. Esos debates no reflejarán de una manera justa lo que es Estados Unidos en este 2012.

Todavía no entiendo como la Comisión de Debates Presidenciales no escogió a un periodista latino para moderar o participar en uno de los tres debates presidenciales. O, al menos, para estar presente en el único debate entre el vicepresidente Joe Biden y el congresista Republicano, Paul Ryan. Así, dejaron fuera a un representante del sector de más rápido crecimiento entre los votantes de Estados Unidos. Imperdonable.

Los cuatro periodistas escogidos son, de verdad, extraordinarios. Personalmente admiro la labor y el profesionalismo de Jim Lehrer de PBS, Bob Schieffer de CBS, Candy Crowley de CNN y Martha Raddatz de ABC. Estoy seguro que harán un trabajo estupendo. Pero Estados Unidos es mucho más diverso que ellos cuatro.

La comisión de debates parece haberse quedado atorada en los años 50, no ser parte del Estados Unidos moderno donde uno de cada tres ciudadanos es miembro de una minoría étnica. Entre los moderadores de los debates no hay un latino o un afroamericano. No se trata de cuotas, pero sí de hacer lo que es justo y que refleje correctamente a la nación.

Veintidos millones de latinos, potencialmente, podrán votar el próximo 6 de noviembre. Somos el 17 por ciento de la población. Y aún cuando solo 12 millones de hispanos salgan a votar, en una elección muy cerrada, seremos nosotros quienes escojamos al próximo presidente de Estados Unidos. Pero nos dejaron fuera de los debates. ¿Por qué?

La comisión rechazó la solicitud de la cadena Univision – donde yo he trabajado desde hace 28 años – de realizar otro debate sobre temas hispanos o de rectificar su decisión original e incluir a un periodista latino en uno de los cuatro debates que ya había aprobado. Así que no tuvimos más remedios que invitar a ambos candidatos a participar en un encuentro sobre asuntos latinos y, para sorpresa de muchos, tanto el presidente Obama como el gobernador Romney aceptaron rápidamente nuestra invitación.

Obama y Romney ya se comprometieron a participar pero no juntos. No importa. Lo importante es que ambos aclaren sus posturas sobre los temas que nos afectan particularmente a los latinos.

Sí, desde luego, les preguntaremos (y mucho) sobre qué van a hacer con los 11 millones de inmigrantes indocumentados. Este es un asunto de una enorme carga emocional para nosotros; uno de cada dos latinos adultos nació en el extranjero. Pero hay otros asuntos que también nos preocupan.

El desempleo entre los latinos es superior al 10.2 por ciento, muy por arriba del promedio nacional de 8.1. Uno de cada tres estudiantes latinos no termina sus estudios de secundaria o preparatoria (high school). Esa es una verdadera tragedia. Y un número desproporcionado de latinos son pobres y no tienen acceso a servicios de salud.

América Latina, para nosotros, no es la parte de abajo del mapa; ahí son nuestros orígenes y ahí están todavía nuestras familias. Queremos saber qué harán con la dictadura cubana, con Hugo Chávez, con la narcoviolencia en México y con las armas y drogas que cruzan la frontera. Estos son temas que posiblemente no sean tocados en los debates con la profundidad y el tiempo que requieren. Por eso queremos un debate hispano.

Los hispanos no son invisibles; son una creciente y poderosa fuerza política. La comisión no nos pudo ver pero, afortunadamente, los candidatos si nos están viendo. Si no nos invitan a su fiesta entonces nosotros vamos a organizar la nuestra.