Aguas con los chescos

Paloma Villanueva

Agencia Reforma

Recientemente se ha desarrollado en Mexico una discusión acalorada respecto de la supuesta relación entre el consumo de refresco y la dupla obesidad-diabetes, por lo que se ha propuesto establecer un gravamen del 20 por ciento a estas bebidas para desincentivar su consumo.

Los actores interesados han echado mano de las más variadas estrategias para defender sus posturas; la Alianza por la Salud Alimentaria llevó a Cofepris la botarga de un oso polar con diálisis y un pie afectado por la diabetes y generó una campaña con fotografías de personas ciegas o con amputaciones que llevó a los vagones del metro.

La industria refresquera, por otro lado, ha publicado desplegados de gran tamaño en los periódicos y ha iniciado campañas en radio para defender su negocio y los empleos que genera. Las organizaciones no gubernamentales que conforman la Alianza por la Salud Alimentaria afirman que los refrescos son la causa principal de la epidemia de obesidad y diabetes entre los mexicanos, calculan que un refresco de 600 mililitros contiene el equivalente a 12 cucharadas de azúcar añadida y afirman que para los niños, consumir un refresco al día, significa aumentar su riesgo de padecer diabetes en 60 por ciento.

La Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas y el Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo argumentan, por otro lado, que no hay evidencia científica que demuestre que el consumo de refresco es la causa del sobrepeso y la obesidad en México y que un impuesto provocaría la pérdida de 120 mil empleos y fomentaría la informalidad.

El 11 de diciembre, luego de ser aplazada dos veces por el cabildeo de las refresqueras, fue presentada en el Senado la iniciativa que propone adicionar un impuesto del 20 por ciento al refresco y que prevé reducir hasta en un 26 por ciento la ingesta diaria de estas bebidas azucaradas.

El proyecto acota el gravamen a los refrescos y excluye los jugos, néctares y leches saborizadas porque, aunque son productos muy demandados por los menores con grandes cantidades de azúcar, contienen nutrientes, según explicó la senadora.

Lo cierto es que el promedio de consumo de refresco en México es de 163.3 litros por persona al año.