¿Les das a manos llenas?

Claudia Mendoza

(Agencia Reforma)

Desde la antigüedad, el dinero ha cobrado un peso importante en la sociedad como símbolo de poder y gratificación social.

Y en la vida familiar, éste también juega un papel importante que no debe descuidarse en la formación de los hijos, pues enseñarles su valor, así como su manejo, es un proceso que se inicia desde temprana edad.

María Eugenia Rangel Domene, doctora en psicología clínica, señala que en la vida del individuo hay una fase específica en el segundo año de vida donde aprende por etapas evolutivas varios comportamientos, entre ellos el manejo del dinero.

“En esta etapa es importante el control de esfínteres y, dependiendo del manejo que se tenga por partte de la madre, se puede transpolar en la forma en la que usará el dinero para controlar o someter.

“Desde esa edad queda el sello de cómo manejan el dinero. Puede ser muy resentido y tacaño que no gaste ni un centavo, o al revés, que sea expulsivo y gaste a manos llenas, y esto se define en las etapas del desarrollo”.

Dependiendo de la investidura que se le otorgue al dinero en etapas tempranas, el hijo podrá aprender a manejarlo para controlar, someter y conquistar a través de frases de los padres, como que si se porta bien se le dará un premio.

“Se puede desarrollar un amor o pasión por la productividad que involucre el amor al dinero. El aspecto más importante es que entre menos apegado estás al impulso original, menos sublimación va a haber, y entre mayor sublimación, mayor capacidad de transforarmar esos intereses, producir cosas y, por ende, dinero.

“Puedes obsequiarle al niño, de acuerdo a sus capacidades, algo de dinero y dejarle la libertad y responsabilidad de ver en qué lo va a gastar sin controlar o exigir que lo ahorre”.

Para que el pequeño pueda aprender el valor de esa moneda hay que abrirle la capacidad de que tome la decisión de en qué se la gastará, así será un motivo de gusto y le dará placer decidirlo.

Sin embargo, se puede orientar que el niño posponga un poco ese placer y lo use para conseguir algo muy deseado por él, añade Rangel Domene.

¡Qué buen aprendizaje! El trabajo alrededor del dinero también se fundamenta en enseñarle al hijo que éste no vale sólo por la marca de los objetos que compre o el número de bienes que posea, sino que el dinero no deja de ser una vía para llegar a un fin, porque la realidad es que una persona vale por lo que es y no por lo que tiene.

“Debes ver qué le falta, pero no puedes satisfacer todas sus demandas porque él debe aprender la tolerancia a la frustración. Es bueno decir ‘hoy no te llevo a los juegos, pero el sábado sí’, pues eso hace que anhele y añore sin gratificarlo en extremo.

“Cuando se gratifica a un hijo al 100 por ciento, creará la idea de que sus deseos son ley. No aprenderá a ponerse en los zapatos de los demás, sino que se concentrará en gratificarse a sí mismo y tendrás a un niño egocéntrico, demandante, posesivo, que no tendrá la capacidad de relacionarse”.

Rangel Domene afirma que sobregratificar es tan dañino como el exceso de carencias, ya que al darse todo se forman niños narcisistas inadaptados, donde sus necesidades sólo se concentran en ellos mismos.

No consideran ni a los padres y no entienden por qué no le dan todo si se lo merecen”, dice. “En el camino de la formación de un hijo debe haber muchos ~noT, de lo contrario, no internalizará procesos de aprendizaje, ya que las negativas son parte del crecimiento moral y de la conciencia.

“La conciencia moral no se forma de la noche a la mañana, tiene que existir una cadena de frustraciones que le hagan entender lo que es legítimo, lo que puede recibir y lo que se está esperando de él”. En hijos de edades más maduras se pueden negociar los intercambios, pues ya tienen un mayor razonamiento, pero con los pequeños hay que orientarse por el sentido común.

“Con los púberes y adolescentes muchos papás se pierden y los niños toman el poder, porque no saben hasta dónde poner límites ni qué se les puede dar o no. “Por ejemplo, un niño de 15 años con una camioneta es un riesgo cuando sabes que les encanta andar a toda velocidad. Es como darle un rifle a un niño de 5 años, es un arma. Un poco más grandes tienen otra madurez, pero ahí sí tienen que razonar los papás en qué tanto darles.

“Muchas veces dan sin pensar, sólo basándose en que ellos no tuvieron o porque a los amiguitos sí les dieron, pero hay que pensar para qué se les dan las cosas, cuál es el sentido, o si sólo lo hacen concentrándose en la apariencia”.

Para que los hijos aprendan que el dinero y los bienes materiales tienen un valor y sepan apreciarlo es importante no perder el propósito de lo que se les brinda, no perder el gusto de hacerlo y no sobrepasar las capacidades económicas.

La doctora en psicología añade que también hay que medir lo que se le brinda a los hijos con base en lo que ellos aportan. Si son maduros, con buena relación con los padres y buen rendimiento académico, se puede dar más confianza en el manejo económico.

A partir de una edad en la que se note madurez en el hijo se puede otorgar una suma que, en el momento en que la haga suya, podrá hacerse cargo de lo que necesite.

“No se trata de que le des el dinero y lo limites en el sentido de decirle en qué podrá gastarlo o no, porque así no asumirá la responsabilidad de la decisión.

Si se lo gastó el viernes y no le quedó para el domingo, ni modo, pero es muy difícil, hay que buscar una medida justa en la que sepas dar una cantidad que él pueda distribuir y que esté acorde a tus capacidades.