Personas controladoras

Georgina Montalvo

Agencia Reforma

Todo ser humano, desde que nace, debe tener control respecto a lo que quiere para sentirse satisfecho con su existencia, “pero cuando su proceder afecta a otras personas, es anormal”, explica Fernando Ruiz Ponce, psiquiatra del Hospital Regional de Psiquiatría “Morelos”, del IMSS.

“Control es cuando uno posee a otra persona, la maneja y no la deja actuar, pensar ni hacer. Quien controla asume que tiene poder sobre otro y si se muestra poderoso es porque en realidad se siente impotente e inseguro”, agrega David Auron Zaltzman, profesor de psicopatología en la Facultad de Psicología de la UNAM.

Detrás de una persona controladora con su pareja, hijos o amigos se esconde alguien con miedo a no ser apreciado y por eso, estar en riesgo permanente de ser abandonado.

Ejercer control extremo sobre alguien no habla de un trastorno de la personalidad en sí mismo, sino que es una conducta que puede estar presente en quien padece depresión, ansiedad o trastorno bipolar, entre otros.

Barrera

Los controladores, además de miedo, esconden una incapacidad para relacionarse.

“Se dice que este tipo de personas son de característica evitativa. Evitan la responsabilidad, el contacto con otras personas, y todas las situaciones que en algún momento le causan ansiedad.

De hecho, en el caso de la pareja, quien ejerce el control suele escapar o huir de la relación antes de que la persona se deshaga de él, aunque esa no sea la intención del controlado”, comenta Ruiz Ponce.

El control también se utiliza para evitar un acercamiento emocional. “La persona controla para que no se le acerquen, porque piensa que si se acercan lo van a lastimar, pues no tolera que ‘lo toquen’ porque si lo hacen le tocas el alma y teme no saber cómo manejar eso.

Controlo para que no te me acerques, no me toques mis fibras sensibles”, aclara Auron Zaltzman.

Cambio de papel

A pesar de haber padecido el control en alguna época o en algún ámbito de su vida, algunas personas también pueden convertirse en controladores.

Quien tuvo padres controladores, señala el académico de la UNAM, después puede controlar a su pareja e hijos; o alguien que es controlado en su ámbito laboral, llega a casa para controlar a su familia; o niños que ven que papá controla a mamá, pueden controlar a compañeros de escuela.

Una cadena así se establece porque ninguna de las personas ha hecho consciencia sobre los daños que le ha provocado el ser controlador o dejarse controlar, coinciden los expertos.

Eso sucede, se explica en el libro Vidas Sometidas (editorial Océano) porque quienes padecen las agresiones del control, echan en el “agujero negro de la memoria” los malos momentos de la relación vivida con el o la controladora.

“Para mantener la relación utilizan un filtro y recrean sólo los buenos momentos. La memoria selectiva permite que esos momentos ‘positivos’ afloren sobre los otros”, escriben Graciela Chiale y Gloria Hussman, las autoras.

Reflexión

Para saber si es una persona controladora o controlada no hay más que hacer un ejercicio de reflexión honesta.

Puede empezar por pensar cómo se siente con sus relaciones cercanas e identificar si hay algo que le moleste. Si cae en cuenta que la manipulación está en alguna, es posible que esté siendo controlado por quien lo chantajea.

“El rechazo de los demás es un indicio de que se está ejerciendo control”, indica Ruiz Ponce. Cualquiera que sea su papel, se trata de un patrón de conducta modificable a través de psicoterapia, pues es necesario revisar dónde aprendió a controlar o a dejarse manipular y aprender a actuar de diferente manera, coinciden los expertos.