Termine lo que empiece

Arlett Mendoza

Agencia Reforma

Este tipo de personas se caracterizan por plantearse propósitos que no llevan a la practica o no logran concretar, pues no se atreven a dar el primer paso o si lo hacen abandonan los proyectos a la mitad del camino.

La palabra procrastinación proviene del latín procrastinare y según la Real Academia de la Lengua Española significa diferir o aplazar.

Los expertos señalan que quienes incurren frecuentemente en este tipo de conducta ven afectada su autoestima al experimentar frustración, tristeza, ansiedad e ira por un tiempo prolongado.

Por qué aplazar

De acuerdo con la psicoterapeuta María Antonieta García la procrastinación es causada por el miedo inconsciente a perder el cariño de los demás.

De hecho, asegura García, muchas de las metas que las personas se imponen responden a necesidades de otros, pero los individuos se las plantean para ser aceptados y amados por los demás. En consecuencia, no producen placer.

Esto sucede porque muchas personas están acostumbras a cumplir con las necesidades del deber ser, es decir, aquellas que impone la sociedad y no las que son genuinas y que les sirven para hacerse cargo de sí mismas y nutrir su interior.

Otra razón por la que se da este fenómeno es cuando los individuos se fijan propósitos tan ambiciosos y ambiguos que son difíciles de alcanzar, como puede ser hacer una maestría sin siquiera investigar el programa de estudios, la escuela en donde se imparte o el tiempo que dura el curso, comenta el psicólogo Manuel González, catedrático de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Brinque a la acción

Posponer sus proyectos pueden hacerlo sentir con un enorme peso sobre sus hombros, así que es mejor que se decida a actuar. El primer paso para hacerlo es analizar el por qué se fijo tales metas.

Por este motivo, los expertos le sugieren que se regale una tarde para sí mismo en un lugar tranquilo, en donde primero pueda reflexionar si las razones para realizar su meta parte de sus necesidades o de las de otros.

“Una vez solo, es importante que se pregunte: ¿qué quiero?, ¿para qué lo deseo?, ¿cómo cambiaría mi vida si lo llevo a cabo?, ¿cómo estaría sin que lo hiciera?, ¿de qué me va a servir a mí? y ¿qué tanta satisfacción me generará?”, indica García.

Una vez que ha clarificado su mente, González Oscoy explica que es importante que concrete sus propósitos al contestar las siguientes preguntas: ¿Cómo? ¿Dónde? y ¿Cuándo? Además, si su objetivo es a largo plazo es necesario fragmentarlo en pequeños propósitos.

Además, los expertos recomiendan revisar cuáles son sus virtudes para lograr su objetivo y qué debilidades podrían obstaculizarlo, con el fin de diseñar un plan de acción.

Háblese bonito

Los diálogos internos que se dice a sí mismo, influyen poderosamente en el logro o fracaso de sus metas, por este motivo aléjese de frases como: “siempre dejo todo a medias” o “nunca hago nada bien”.

Si para concluir su objetivo, hay pequeñas labores que no le agradan, no las critique y mejor concéntrese en imaginar la satisfacción que sentirá al lograrlo. Si se equivoca, evite criticarse, recuerde que siempre es posible corregir los errores y que el fallar también es parte del aprendizaje.

Fuente: Agustín Bravo, psicoterapeuta de PNL Américas.

Motívese

Para que no recaiga en la procrastinación y llegue hasta el final de su meta:

-Aplauda sus logros diariamente. -Recuerde que trabaja por su bienestar. -Dígase palabras de aliento.