Dura realidad:

mucha gente jamás podrá jubilarse

Por Maria Ines Zamudio

The Associated Press

CHICAGO (AP) — Fue una imagen impactante: Un hombre de 89 años arrastrando como podía un carrito de paletas. Fidencio Sánchez seguía trabajando muchas horas todos los días porque no podía darse el lujo de jubilarse. La foto y su historia se hicieron muy populares en la web y miles de personas donaron más de 384.000 dólares para que pueda dejar de trabajar. Su historia, no obstante, es una ventana que permite asomarse a una dura realidad: Incluso en un país desarrollado como Estados Unidos, mucha gente de bajos ingresos dice que jamás podrá jubilarse . El problema es particularmente agudo entre las mujeres hispanas y de otros grupos minoritarios. Un estudio hecho este año reveló que una cuarta parte de los trabajadores de 50 años para arriba dicen que no se jubilarán. Entre los que ganan menos de 50.000 dólares al año, un tercio cree que jamás podrá dejar de trabajar. Januario Selgado nunca ahorró y ahora, a los 64 años, no puede jubilarse. Trabaja diez horas diarias, seis días a la semana, en una tienda de comestibles en un suburbio de Chicago. “No pude ahorrar”, dice Salgado en español. “Trabajé mucho para ayudar a mi familia. Le mando dinero a mis padres en México”. Si bien cuidar a los padres es la norma en la cultura mexicana, muchos de los hijos ya no piensan que eso es su responsabilidad, según Salgado, quien vino a los Estados Unidos hace 40 años. Sus hijos figuran entre ellos. Salgado dice que comenzará a cobrar el Seguro Social a los 65 años, pero seguirá trabajando mientras pueda hacerlo. No quiere ser una carga para sus hijos. Para Esther Bolaños, de 64 años, la situación es más difícil todavía. Se trata de una empleada doméstica que ahorró algo, pero no lo suficiente. Y no cobrará Seguro Social porque está en el país ilegalmente. “Mi situación es muy triste. Tuve que cerrar mi negocio y sacrificar la estabilidad económica que tenía en mi país para venir aquí”, declaró Bolaños en español. “Lo dejé todo por la violencia”. Bolaños tenía una exitosa fábrica de quesos en la Ciudad de México, pero eso la convirtió en un blanco de delincuentes. Su esposo fue asesinado y a ella le robaron dos veces a punta de arma. Después del segundo robo, decidió emigrar hacia el norte. “Le dije a mi hija, ‘te voy a llevar a un sitio seguro’” incluso si tengo que trabajar en limpieza”, relató. De haberse quedado en México, Bolaños se hubiera podido jubilar. En Estados Unidos, cree que nunca podrá hacerlo. ”No pienso en la jubilación”, comentó. “Pienso en lo que pasaría si me enfermo”.