EL PRÓXIMO PAPA: QUE NO SEA COMO EL ANTERIOR

Jorge Ramos

Columnista

Bueno, la verdad: No espero que el nuevo papa lea esto. Sería mucho pedir. Pero, igual, hay que decirlo. El nuevo papa no puede — no debe — ser como Benedicto XVI. Eso sería trágico y peligroso.

El próximo papa deberá decidirse a establecer congruencia dentro del Vaticano y sus políticas: Si la jerarquía católica realmente quiere proteger a niños y fieles vulnerables de sacerdotes depredadores, lo menos que podemos esperar es que el papa denuncie públicamente y entrege a las autoridades civiles a los sacerdotes que, hasta hoy, están protegidos por la política de silencio y complicidad del Vaticano.

Benedicto protegió hasta sus últimos días a Marcial Maciel, el monstruoso fundador de los Legionarios de Cristo, responsable de innumerables crímenes sexuales en México.

Que el expapa quiera una vida de oración a sus 85 años es muy respetable. Pero si encubrió a sacerdotes pederastas como prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, entre 1981-2005, debe responder ante las cortes. ¿No debería investigarse su silencio ante los delitos cometidos por sacerdotes abusivos como el mismo Maciel, ya que al no decir nada, él permitió que tales criminales anduvieran libres? El nuevo papa debe ayudar a que esto sea posible y se haga justicia.

Sí, resulta casi risible este argumento. ¿Un expapa a juicio? Parece imposible. Pero es una oportunidad histórica, moral y cristiana. Ni inmunidad ni impunidad para Joseph Ratzinger.

Escribo como un excatólico rodeado de católicos. Hace décadas que perdí la fe y así vivo muy bien, gracias. Pero no puedo dejar de ver cuando una figura de autoridad, como el papa, y una de las instituciones más poderosas de la historia, el Vaticano, abusan de su posición y se sitúan por encima de la ley.

No creo que el papa sea infalible. En su último ángelus como papa, en la plaza de San Pedro, Benedicto dijo, ‘’La palabra de Dios está dirigda a mí; el señor me llama a dedicarme aún más a la oración.’’ Qué lástima que durante su papado Dios no lo llamó, también, para hacer públicos los documentos oficiales de la iglesia donde hay evidencias inapelables de violaciones sexuales de sacerdotes contra niños en todo el mundo. Ese fue un grave error.

Resulta irónico que una institución como la Iglesia católica, que prohibe el sexo a sus líderes, esté tan preocupada por regular los que hacen los demás en la cama. El rechazo a integrar a los homosexuales plenamente a la iglesia es una muestra palpable de discriminación y prejuicio. Esa falta de equidad se extiende, también, a las mujeres.

No hay absolutamente ninguna directiva de Jesucristo para evitar que las mujeres se conviertan en sacerdotes. En mayo de 1994, Juan Pablo II escribió una carta apostólica para confirmar esta política, declarando que el sacerdocio efectivamente está reservado para los hombres y que todos los católicos deben considerar definitiva esa directiva.

Y sé que no hay consenso para la iglesia católica acepte el aborto, es decir, el derecho de cualquier mujer de hacer con su cuerpo lo que quiera. Pero prohibir el uso de condones en la época del sida es absolutamente retrógrado y mortífero.

Sería trágico que el nuevo papa sea como el anterior. Primero, porque continuaría extendiendo una política de inmunidad e impunidad para los religiosos criminales en todo el mundo. Y segundo por que, con su rechazo a la igualdad de los gays y las mujeres dentro de la iglesia, seguiría promoviendo una cultura machista, discriminatoria y de rechazo a la diversidad. Eso tiene enormes consecuencias incluso fuera de la iglesia católica.

Espero, por lo tanto, que el nuevo papa oiga. Y que se atreva a ser el líder moral que Benedicto nunca se atrevió a ser.