Del balbuceo a las primeras palabras

María Silva

Agencia Reforma

Cuando se escucha el llanto del bebé al nacer, los papás experimentan una sensación única, porque significa que todo está bien.

Pasan los días y continúan las sorpresas: empieza a sonreír, a pasear la mirada a su alrededor y, en ocasiones, se esfuerza para tomar el biberón entre sus manitas.

Los padres esperan con ansias que empiece a balbucear “ma-ma-ma”, la palabra que más escucha, aunque en realidad no sepa su significado, y todo indica que pronto empezará a hablar.

Pero ¿qué hacer si el tiempo transcurre y el pequeño no puede articular otras sílabas? ¿Hasta cuándo es normal un retraso en el habla?

La otorrinolaringóloga y especialista en lenguaje Martha Dávalos explica que un ligero desfase en el habla se puede notar a los 2 años y medio, a más tardar, si no puede decir, por ejemplo: “dame leche”, esto es, unir dos palabras, y se trata de un retraso leve, pero si se extiende hasta los 3, requiere atención médica.

¿Cuándo acudir

al especialista?

Se debe pedir ayuda especializada cuando el bebé no pronuncia ninguna palabra a los 2 años y medio, o no mira a los ojos, o no sigue instrucciones, o parece distraído todo el tiempo.

“Pero la mayoría de las veces, los papás se enfrentan ante diversas opiniones, porque la gente a su alrededor sugiere qué hacer y es cuando se pierde más tiempo para buscar un tratamiento adecuado. No deben aceptar la opinión de: ‘espérate, se le va a quitar’, porque nadie lo sabe”, advierte Martha Dávalos, otorrinolaringóloga y especialista en lenguaje.

Si han decidido llevar al pequeño a terapia, es esencial asegurarse del problema a tratar, porque en ocasiones no emite sonido, aunque veamos que se le escurren las lágrimas, tiene la boca abierta y las mejillas encendidas por el esfuerzo de llorar. Sin embargo, esto tiene que ver con las cuerdas vocales y se puede detectar desde el nacimiento, no es un aspecto del lenguaje o del habla.

“Se puede sospechar de un problema del lenguaje si el niño es prematuro, pero no es una causa determinante”, agrega. También se debe a trastornos del oído, que manda la información al cerebro para que la desglose y luego la envíe al aparato fonoarticulador, donde debería generarse una respuesta.

El más indicado para detectar si hay una falla en el oído, y atenderla, es el otorrinolaringólogo, aunque también el pediatra puede realizar un diagnóstico inicial.

El estudio del tamizaje auditivo ayuda, pero no arroja qué tanto escucha el bebé, sólo si escucha o no, y muchos papás se olvidan y ya no le prestan atención al oído en los años siguientes.

“En mi experiencia, un alto porcentaje de los trastornos del habla y lenguaje se relacionan con un problema orgánico que puede ser el oído, o algún trastorno mecánico o funcional, por eso es muy importante descartar esta causa al momento de hacer un diagnóstico”, señala Dávalos.

“La falla principal del tratamiento es que no hay una buena valoración y se pierde mucho tiempo en la manera de abordar estos problemas”.

¿Qué se puede hacer en casa?

Es común que ambos padres trabajen y dediquen escaso tiempo a revisar el desarrollo en el lenguaje de su hijo: cómo responde con balbuceos, luego al pronunciar monosílabos y, después, las palabras.

“Como mamá debo ver al niño a los ojos desde que nace, que la voz le sea familiar, esto es parte del estímulo para que hable”, indica la especialista Martha Dávalos.

“Que busque mi rostro y permanezca atento. Las imágenes son muy importantes. Además, debo hablarle con una voz muy clara para que el niño empiece a balbucear en respuesta”.

Cuando son un poco mayores, hacer una dinámica que puede ser la de preguntarles qué llevó de lonche al kínder su amiguito, o quién se portó mal en la escuela, para que dé respuestas largas, y no un “sí” o “está bien”.

“No hay pretextos para retrasarlos en el problema del lenguaje, a menos de que tengamos un diagnóstico diferente por un neurólogo pediatra, como parálisis cerebral, crisis convulsivas repetitivas, alteraciones en la madurez, deficiencia en el procesamiento auditivo o algún trastorno en el aparato fonoarticulador”, señala.

Recomendaciones

■ Cuando sea necesario acudir a una terapia, asegúrate de que se diferencie si es un problema de habla o de lenguaje (ya que el tiempo y el pronóstico difieren mucho para su tratamiento).

■ El pequeño debe ser monitoreado por un médico especialista en el área, para descartar problemas orgánicos y no perder tiempo.

■ El kínder o la escuela no hacen el diagnóstico, debes ir con el especialista y además continuar con el monitoreo médico.

■ El trabajo terapéutico debe ser en equipo, para conocer todos los diagnósticos del posible retraso (los hay neurológicos, otorrinolaringológicos, psiquiátricos y psicológicos).

■ El lenguaje es un proceso y cada niño madura a su propio ritmo.

■ Un desfasamiento en el habla, y sobre todo en el lenguaje, incidirá en el futuro académico inmediato.

■ El oído, además de que sirve para escuchar, tiene funciones muy sutiles que pueden desencadenar estancamiento en el habla y el lenguaje.