Leer, un hábito sano

Georgina Montalvo

Agencia Reforma

“¡Pero es que no le gusta leer!” es la oración con la se descarta esta posibilidad. Sin embargo, una vez que conozcas la importancia de los beneficios que otorga, a cualquier edad, un regalo como este, es muy probable que lo vuelvas a considerar.

Los más pequeños se apropian del libro como un objeto y una fuente que le retribuirá un momento de buena compañía porque siempre un ser querido será quien se siente con ellos a leerles un libro.

El caso de los niños

En la edad escolar, si bien para muchos se da el primer acercamiento formal a los libros, se suele verlos como medio para adquirir conocimiento.

es plis y la “lectura ociosa”, que se “elige de forma libre y voluntaria, con el objetivo de leer por leer, por entretenimiento y autosatisfacción, aunque también pueda aportar conocimiento sin que, en ningún caso, éste sea su objetivo primordial”, explican Cecilia Cerecer Godoy y Yanin Guadalupe Velázquez, de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), en el ensayo “El Valor de la Lectura”.

La idea sería obsequiarles un libro para leer en sus ratos de ocio y una clave para que les sea atractivo es conocer sus intereses: puede ser la naturaleza, la historia, las historias con personajes fantásticos, incluso la tecnología.

Y si tu y tu pareja ya son asiduos lectores, da por hecho que tus hijos dan por hecho que sentarse a leer es parte natural de la vida. Ahí es como puedes aprovechar comentar lo que tu lees y pedirle que te comparta lo que él o ella han disfrutado de determinado cuento o cualquier otro texto. Esta será una forma inequívoca de fomentar la convivencia familiar.

“Lo ideal sería que el adulto despertara su propio interés por la lectura y así que sea capaz de transmitir a los niños el encanto de leer y de hacer del encuentro una situación placentera. Recordemos que lo primero es el deseo de leer y el disfrutar de la lectura, los aprendizajes son complementarios al propio acto lector”, agregan las pedagogas.

Y los jóvenes

sí leen

Cuando el destinatario es un adolescente, lo ideal es encontrar páginas que hablen de los temas que en esa etapa viven con intensidad.

Si en la escuela los ponen a leer El Quijote como obligación, se les puede dar un libro donde el amor sea el eje de su historia, el romance u otra obra literaria que tenga que ver con relaciones humanas específicas, considera Víctor Baltazar, sociólogo y terapeuta familiar del Instituto Personas.

“Es básico entrar al mundo de sus intereses: si al joven le llama la atención la música, hay biografías de rockeros, o el futbol”, por ejemplo, agrega el experto en temas de adolescencia.

A quienes piensan que si los adolescentes no adquirieron el amor por la lectura en la infancia ya nunca lo harán, pueden recordar el fenómeno Harry Potter, que resultó para miles de jóvenes la entrada al mundo de la literatura por placer, comenta Baltazar.

“En esta etapa de la vida la lectura es básica porque están desarrollando la capa del cerebro relacionada con el pensamiento complejo y leer los incita a la reflexión, y la reflexión les permite pensarse a sí mismos”, agrega el terapeuta.

De hecho, comenta, el acto de “pensarse a sí mismo” abre un canal de comunicación interna que les ayuda a empezar a tener claro cuáles son sus intereses y, por lo tanto, a partir de qué pueden construir su proyecto de vida.

“El lector descubre a través del texto otras realidades y puede llegar a interpretar de forma crítica la suya”, escriben Cerecer Godoy y Guadalupe Velázquez.

“Quienes leen por placer saben leer la vida y quienes no, se pasan repitiendo lo que escuchan; la literatura es algo muy bueno para lograr lo primero”, insiste Baltazar.

Al enamorarse de la lectura en la juventud, es muy probable que en la edad madura siempre se considere como una parte importante y gozosa de la vida.

Compañía para los adultos mayores

Personas que ya se encuentran en la tercera edad también pueden apreciar un libro porque los “moviliza” y “acompaña”.

“Podemos conocer mundos que a la mejor nunca nos imaginamos, leer en esta etapa es una compañía gratísima, un hábito maravilloso que estimula las funciones mentales superiores como la concentración, la capacidad de imaginar, recordar, y también la de conservar las habilidades que ya tienes”, asegura Luz Esther Rangel López, médico geriatra y coordinadora de la Clínica de la Memoria del Instituto Nacional para las Personas Adultas Mayores (INAPAM).

“La palabra (…) nutre el proceso de socialización con el que interiorizamos las normas, creencias y pautas de conducta aceptadas por nuestra sociedad. Sin duda, tal vez sea este el factor más relevante de la importancia de la lectura”, consideran las académicas de la Universidad Pedagógica Nacional.

Una vez que se arriba a la sexta década de la vida, socializar comentando lo que se lee es una forma de mantener la salud mental. Y quienes tienen dificultades visuales u otra limitación para leer, la opción son los audiolibros.

“Mientras estás vivo hay un para qué, la lectura también es una forma de permanecer vigentes, de relacionarte con la gente y en muchos casos puede ser la base de un sistema de conversación con los nietos”, dice Rangel López.

Los abuelos lectores establecen mejor contacto con nuevas generaciones, están más abiertos a conocer sus inquietudes y compartir sus sentimientos, porque aunque la lectura constituye un acto privado, fácilmente crea una ola expansiva benéfica hacia la sociedad.