¿Qué es beber con moderación?

Enrique Goldbard

Agencia Reforma

Una de las machaconas advertencias con las que tanto autoridades como fabricantes y publicistas acostumbran evadir responsabilidad es aquella que reza: “Beba con moderación”. Añadida a todo anuncio o envase de bebida alcohólica, es una especie de permiso para el exceso. Después de todo, la moderación es un atributo que escasea en la sociedad moderna y que cada quien lo confecciona a su antojo.

Mientras otra de las adicciones permitidas, el tabaquismo, ha sido gradualmente acotada en muchos países y los productores de cigarrillos obligados a reconocer de algún modo -vía aterradoras leyendas de precaución en sus productos- los daños potenciales del consumo del tabaco, el alcohol ha escapado de dicha intervención; de hecho, el consumo de bebidas alcohólicas ha merecido un trato más blando, incluso que el de los alimentos que provocan obesidad.

Sin embargo, de acuerdo con un reporte reciente de la OMS, el daño causado por el alcoholismo prácticamente iguala al del uso del tabaco, sin considerar el perjuicio que sufren las familias y las horas-hombre perdidas, si esto se tomara en cuenta también, el alcoholismo debiera considerarse como un problema de mayores proporciones.

A diferencia del tabaquismo, el daño causado por el consumo del alcohol no parece tan claro; es más, el consenso epidemiológico indica que tomar ciertas bebidas alcohólicas con moderación, puede reducir el riesgo de infarto en personas mayores. Este mensaje que pudiera parecer totalmente inocuo, no es en realidad así. Mientras en la publicidad indirecta se haga hincapié sobre ciertos efectos benéficos del alcohol y poca gente sea capaz de restringir su consumo a una sola copa, no habiendo, además, un mensaje consistente que defina lo que es “moderación”, los bebedores no alcanzarán a entender el daño que provoca a su salud.

Los relativos beneficios cardiovasculares del alcohol deben compararse contra sus muchos perjuicios. Incluso pequeñas cantidades de alcohol aumentan el riesgo de lesiones por accidentes e incrementan las posibilidades de desarrollar alrededor de 60 enfermedades diferentes, incluyendo varios tipos de cáncer, cirrosis hepática y trastornos neuropsicológicos. Si estas consideraciones se incluyeran en la ecuación epidemiológica tan sólo entre los varones mayores de 45 y las mujeres mayores de 55, disminuirían de manera general sus riesgos contra la salud al beber con moderación. Para aquellos en sus 20 o 30 años el peligro de accidentes es mucho mayor que el de infarto.

Otra dificultad para especificar lo que se considera como un consumo “sano” de alcohol consiste en explicar lo que es “un trago”, porque este puede variar en cantidad y en concentración de alcohol. Un trago estándar en la Gran Bretaña contiene 8 gr de etanol (alcohol comestible), en EU 14 gr y en Japón 19.75 gr.

Un ejemplo clásico de la ansiedad de los consumidores por justificar su hábito es el siguiente: Un mes después de la presentación de un popular programa de TV en EU, “60 minutos”, en el año de 1991, en el que se mencionaban los efectos benéficos del vino, las revistas especializadas en el tema señalaron un aumento del 40 por ciento en el consumo de bebidas alcohólicas.

Llanamente dicho: el mensaje de que beber alcohol moderadamente es benéfico para la salud, puede animar a muchos a llegar a niveles peligrosos de consumo.